viernes, 19 de julio de 2013

Lore y Sandra - cap. 7



Cap. 7

Sandra miró nerviosa a Lore, su cara lo decía claramente, no sabía qué decir, qué hacer, cómo sentirse… No pudo más, se levantó y sin mirar hacia atrás, corrió a casa para intentar pensar con la mente algo más clara.

Llegó a casa totalmente exhausta, el corazón no latía en su pecho, rebotaba contra las paredes de la caja torácica y arañaba las costillas como los presos hacen sonar las barras de una prisión. Las palabras de Lorena aún le retumbaban en la cabeza, ¿En serio le había dicho todas esas cosas? ¿Pensaba todo eso de ella? ¿La quería? O mejor dicho... ¿La querría ahora que la había dejado allí sola?  Bueno, al menos estaba en su casa….

Se desbordó, empezó a llorar abrazada a la almohada, una almohada que desgraciadamente aún olía a ella. En aquella cama le había visto dormir, había contemplado absorta la imagen de esa hermosa chica, allí se había dormido muchas noches pensando en ella… Se acabó, no podía soportar la idea de perderla otra vez, ese día le había demostrado una cosa y solo una; era idiota, definitivamente, era idiota para el amor y no podía dejar que aquello dañara a Lore, así que se acabó, mañana se lo dejaría claro y acabaría con la tortura que era para amabas ver a la otra.


Lorena se había quedado en el sofá, inmutable, con la mirada perdida, como una muñeca de escala real. Su mente aún no había procesado la huida de Sandra, supuso que volvería de un momento a otro, o que cerraría los ojos y al abrirlos estaría allí de nuevo y le daría uno de esos besos que la volvían loca, o tal vez un abrazo…

Pero por más que Lorena deseara que Sandra estuviera allí, a su lado, la verdad era que no estaba, se había huido, había salido corriendo y sin decir nada… Bueno, como cuando me quedaste dormida en su cama y despertaste abrazándola.  Pero no era lo mismo… ¿o sí? Lorena había huido porque no supo enfrentarse a sus emociones… o no quiso… Pero…. ¿Cómo quieres entender por qué se ha ido ella, si no sabes por qué te fuiste tú? La verdad que su mente no le ponía las cosas fáciles, pero tenía razón, no podía enfadarse con Sandra por hacer lo mismo que había hecho ella…

Se tranquilizó pensando que si era lo mismo que había hecho ella, volvería al día siguiente, lo arreglarían y seguirían siendo amigas. Con ese pensamiento, consiguió, al fin, despegar su mirada del punto en la pared donde la tenía perdida. Y así, en ese estado casi vegetal, se fue a su habitación, cerró la puerta y se tumbó en la cama con la esperanza de caer rendida y no tener tiempo de pensar más.

Obviamente, su cabeza tenía otros planes, así que se quedó el resto del día dando vueltas en su mente a todo, desde la pelea con su chico, hasta la huida de Sandra, pasando por las noches que se había acercado con la bici a mirar por la ventana de Sand sin que ella lo supiera…


Al día siguiente

Sandra había decidido dormir en el sofá aquella noche y eso, estando su madre en casa, suponía despertarse pronto para que no se enterara. Cuando lo hizo, a las 9 de la mañana, cogió unas zapatillas y un chándal y salió a correr con la música a máximo volumen, como hacía siempre que había tomado una decisión y no quería que, al pensarlo más de la cuenta, su subconsciente le llevaba a cambiar de idea.

Salió a correr por su ruta de siempre, pero esta vez se le quedó pequeña. Aquello no supuso dejarlo sino todo lo contrario, cogió otra ruta, o mejor dicho, se dejó llevar por una mente que en aquel momento lo único que quería era borrarse del mapa.


Lorena, lejos de lo que se esperaba, no estaba nada cansada aquella mañana. Sabía que tenía que hacer tiempo hasta que Sandra se decidiera a localizarla para explicar la huida, así que decidió hacer lo que tantas veces le había dicho esta que hacía cuando no quería pensar, salió a correr por cerca de su casa.

En ello estaba, cuando de pronto se chocó con otra chica que venía corriendo en dirección opuesta. Ambas cayeron irremediablemente al suelo, con un sonoro grito que creo el consecuente círculo de curiosos alrededor.

-          Lo siento, ha sido culpa mía, iba con la música y no te he visto…

Se levantó una de ellas con bastante rapidez mientras la otra era ayudada por una pareja.

-          No, no pasa nada… estoy bien

Se volvió para dedicarle una sonrisa a aquella chica que demostrara la veracidad de sus palabras, pero esta se tornó en una mueca de sorpresa al reconocer su rostro.

-          ¿Sandra? – quería asegurarse de que realmente fuera ella y no una ilusión por las ganas que tenía de ver a su amiga.
-          No, te equivocas – dijo con voz dura.

Sandra salió de allí corriendo tan rápido como había llegado, no se lo podía creer, había salido a correr para no pensar en ella y justo va y la tira al suelo… Pero ¿Qué hacía ella allí? Miró la calle, no podía creer lo que estaba viendo; se había dejado llevar por sus pies sin rumbo fijo, simplemente esquivando a la gente que impedía que subiera el ritmo de su carrera. Pero allí estaba, en el barrio de Lore, y no solo en el barrio, sino en la puerta de su casa. Se había pasado casi dos horas fuera y sus pies le habían llevado justo delante de la puerta de la chica a la que se había negado a ver nunca más. ¿Qué se supone que tenía que hacer ahora?

-          Joder, menos mal que te has quedado ahí parada, con lo que corres, ya pensé que no te cogía nunca -  dijo una fatigada Lorena doblando la esquina - ¿Qué? ¿no me vas a saludar? ¿Vas a volver a decir que no eres tú?
-          Hola
-       Mira, sé que estás mal, pero entra en casa y hablamos… que esto de correr no sé cómo lo aguantas, definitivamente no es lo mío
-          No
-          ¿No? ¿no, qué?
-      Que no voy a entrar a tu casa ni vamos a hablar, me voy, olvídate de mí, no quiero volver a verte nunca… Adiós

Se giró y, de nuevo, salió corriendo en dirección a su casa, dejando a Lorena con cara de tonta delante de su puerta sin entender absolutamente nada.


En casa de Sandra

La madre de Sandra estaba en la cocina y al oír la puerta, salió al pasillo de la entrada para recibir a su hija con una sonrisa en la cara.

-          Hola – Sandra pasó directa a su habitación ignorando por completo a su madre, que se quedó en la entrada con la palabra en la boca – yo a esta niña no la entiendo, ¿qué le pasa ahora?

El ruido de la olla le hizo reaccionar y volver a la cocina a terminar la comida antes de que se quemara y preparase un estropicio.


Lorena había seguido a Sandra, pues estaba segura de que volvería a parar y quería que le explicara esa bomba que acababa de soltarle.

Llamó al timbre 10 minutos después de que entrara Sandra, la madre le abrió y vio cómo Lorena tampoco se paraba a saludar e iba directa a la habitación de su hija.

Aquello descolocó todavía más a la pobre mujer, pero de nuevo el ruido del aceite saltando, le recordó que tenía que cuidar la comida para que no se quemase. 

-        Algún día me van a dar un susto de verdad, se me va a olvidar que estoy con la comida y vamos a salir todos por los aires…
-          Mamá, no deberías hablar sola, que no eres tan mayor – dijo el hermano de Sandra que entraba en la cocina a por un vaso de agua
-          Y tú no deberías espiar a tu madre…
-          Oye, que yo solo venía a por un poco de agua… - se defendió él
-          Bueno, ya que estás aquí, ¿Tú sabes qué le pasa a tu hermana?
-          Pues ni idea, solo sé que esta mañana se ha levantado prontísimo y se ha ido a correr hasta ahora.
-          ¿A qué hora exactamente?
-          Pues hace un par de horas… algo más tal vez…. Por cierto, ahora que lo pienso ¿y quién es esa chica que ha entrado a su cuarto?
-          Lorena
-          ¿Qué Lorena?... ¿Lore?
-          La misma
-          ¿Pero no habían cortado?
-          No sé, a mí no me preguntes que yo soy siempre la última de enterarme de las cosas en esta casa….

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