Beso de Luna
Se hacía tarde y Esther estaba
batiendo su propio record; menos de 10 minutos para ducharse, vestirse,
peinarse y salir de casa en busca del autobús. Otro día más que llegaba tarde a
la universidad, últimamente parecía que se había convertido en costumbre.
El autobusero paró, al poco de
haber arrancado, ante los gritos histéricos de Esther.
-
¿Otra vez tarde, señorita?
-
Discúlpeme, juro que esta vez sí que será la
última…
-
Está bien, suba.
Esther miró con cara de disculpa
a los alumnos que ya estaban sentados en el autobús y reconoció a su amiga
Laura en los asientos del fondo.
-
Te he guardado el sitio
-
Gracias, Laura, no sé qué me pasa últimamente
que siempre me quedo dormida…
- Ya, ya… seguro que no tiene nada que ver con que
te pases las noches chateando con ese tal Vilches…
-
¡Dios, Laura! ¿Cuántas veces tengo que decirte
que es un colega del hospital?
-
Las que quieras, porque no pienso creerte…
-
Eres asquerosa, tía
-
¿Por qué?
-
¿Porque tiene 30 años, por ejemplo?
-
Bueno, con experiencia…
Esther fulminó a Laura con la
mirada fingiendo estar cabreada para romper ambas, poco después, en una gran
carcajada.
Así, riendo junto a su mejor
amiga, llegó Esther a la facultad de enfermería donde llevaba un par de meses
estudiando. No sólo le encantaba, sino que era una de las mejores alumnas,
tenía varios amigos en el Hospital Central y ya estaba empezando a planificar
las prácticas para el segundo curso. Lo cual siempre le servía de pretexto a su
amiga para burlarse de ella.
Pasaron por el conocido cartel
del torneo de mus que se anunciaba en la entrada de la facultad para la cuarta
hora, “Estadística e Introducción a la Investigación en Enfermería”
-
Es lógico, nadie aguanta esa clase – le había
dicho Esther a Laura tras su primera hora de clase con la señorita Castilla
Sobra decir que desde ese día
Esther no se había perdido ni una sola partida. Aunque no era su juego el
responsable de que aún se encontrara en la competición, sino más bien el de su compañero,
Raúl, un chico con el que había ido a clase desde primaria y al que siempre se le
habían dado bien los juegos de cartas.
- Algún día tendré que enseñarte a jugar a ti
también, enana, la gente se está empezando a dar cuenta de que aquí el que
realmente juega soy yo y tú sólo te saltas clases. – Era la puya más recurrente
de Raúl
A Esther le encantaba aquella
amistad, Raúl era lo más parecido a un hermano que había conocido, además él le
había convencido de que se metiera a enfermería en la misma facultad que él
hacía medicina. “Es genial poder verle a diario”
Las clases pasaron y Esther
propuso a sus amigos salir a comer fuera todos juntos para celebrar que era
viernes.
-
¿Cómo lo haces? – preguntaba Laura
-
¿El qué? ¿Comer fuera?
-
No, quedar como la chica perfecta y estudiosa
-
¡Ah! Eso… tengo mis trucos…
-
Te odio cuando te pones misteriosa
Habían ido, como siempre, al
restaurante “Estrella”, en el que trabajaba la madre de Raúl como cocinera. Y
es que siempre viene bien tener contactos, ¿no?
-
Bueno, basta de hablar de chorradas, ¿a dónde
vamos esta noche? – preguntó Raúl
-
Me han dicho que abren un bar nuevo al lado del
cine antiguo, ¿os apetece? – propuso Esther
-
Sí, no está mal, así cambiamos de aires
-
Genial, pues a las 8 en el cine – dijo decidida
Esther
-
Sí, mi “capi-enana”
Fijado el plan salieron Esther y
Laura del Estrella despidiéndose de Raúl y su madre que vivían hacia el otro
lado.
Laura se agarró del brazo de su
amiga y empezaron a hablar de la uni, de los profesores y de lo poco que habían
cambiado desde el instituto. Esther reía las bromas de Laura al imitar a la
señorita Castilla y Laura las caras de Esther tratando de parecerse a uno de
sus compañeros.
-
Que te digo que se te queda mirando así cada vez
que pasas, Laura, no sé cómo no te das cuenta
-
Estás como una cabra… y, además, tienes
alucinaciones.
-
Pues la próxima vez le hago una foto
-
Deja al pobre Javier en paz, ¿quieres? – amenazó
a Esther con el dedo – O empiezo yo ha hablarte de tus “colegas del hospital”
-
Touché, tú ganas…. ¿entonces no te gusta Javier?
-
Te vas a enterar ahora
Salió corriendo Laura detrás de
una Esther que ya estaba preparada y le había cogido cierta ventaja. Aun así, Laura
no tardó demasiado en coger a su amiga por la espalda y empezar a hacerle cosquillas
tiradas en la hierba.
-
No vale.. Jejeje.. para.. Jejeje.. no, Laura.. Jejeje..
quiera.. – se retorcía Esther entre risas
-
¡Retira lo de Javier!
-
Vale, lo retiro… pero te gusta.
-
Serás pesada…
Se levantaron del césped y
siguieron andando el camino que llevaba a sus casas vecinas. Al llegar al
portal se despidieron y quedaron para ir
juntas aquella tarde a su encuentro con Raúl.
Al llegar a casa, cogió su portátil
y terminó un informe de prueba que le había mandado Vilches para que fuera
practicando. Se lo envió y se puso a ver la tele mientras esperaba que llegase
la hora de salir.
Como el informe era una copia de
un informe antiguo que ya estaba resuelto, Vilches no tardó en comprobar el
mail de Esther y responderle con una crítica muy positiva de su trabajo, como
él dijo “lo has clavado, chica”.
-
¡Guau, enana! ¿Te has propuesto quemar el nuevo
bar o qué?
-
Jejeje Gracias Raúl, me alegra que te guste
Esther se había puesto unos
vaqueros negros ajustados y una camiseta verde con un corte peculiar en las mangas
que dejaba a la vista los hombros. Era un conjunto que le había regalado su
madre cuando empezó la universidad y que todavía no había estrenado, pero la
verdad es que le quedaba de muerte.
Laura estaba tan espectacular
como siempre en sus vaqueros de cintura baja y su camiseta negra ceñida y Raúl
tampoco se quedaba atrás con su habitual look informal que tan bien le sentaba.
-
Está claro que todos hemos venido dispuestos a
darlo todo
-
Pues sí, Laura, ¿por qué no decirlo? Que además
hace mucho que no salimos.
-
Y más que va a hacer si nos quedamos aquí en vez
de ir al club.
Pusieron rumbo al club y en menos
de diez minutos pudieron distinguir la puerta de metal oscuro que daba paso al
local. Ya desde fuera se oía la música y se podían distinguir las luces de lo
que parecía ser una pista de baile. Esther entró como una flecha al distinguir
la canción que sonaba, “Bad Reputation”, por lo que sus amigos entraron detrás
rápidamente para no perderla de vista entre tanta gente.
Tuvieron que frenar en seco para
no chocarse con la nuca de Esther nada más cruzar la puerta, aquello era un bar
de ambiente y en la pista de baile unas chicas se estaban besando muy agarradas.
-
Joer, Esther, lo intentas hacer a propósito y no
te sale – reía Raúl
-
Os juro que no tenía ni idea…
-
Bueno, pero ya que estamos nos tomamos algo,
¿no? Que he leído ahí en la puerta que hoy es a mitad de precio por ser la
inauguración.
-
Entonces, adelante jejejeje
Fueron a la barra, pidieron unas
cervezas y se quedaron en una de las mesas de la esquina para poder hablar un
poco. Aquel local era enorme; una gran barra a la derecha, una pista de baile
en el centro, dos grupos de mesas (a la derecha y a la izquierda de la barra) y
una sala que Esther no lograba ver en el lado opuesto.
-
Está claro que es un bar de tías, ¡qué pedazo de
música, joder!
-
Jejeje sí, la verdad es que está genial,
esperad, voy a ver si me ponen algo de Muse y salimos a la pista, ¿os parece?
-
¡Sí, por favor!
-
¡Ese es mi Raúl! Jejeje
Esther se acercó, como había
dicho, a la DJ que elegía la música al fondo del bar, frente a la pista de
baile.
-
Hola, guapa, ¿te pongo algo?
-
Bastante, pero había venido a pedirte música –
bromeó Esther
-
Vaya, esa no me la esperaba el primer día. Punto
para ti.
-
Gracias, gracias, ¿y por qué puedo canjear el
punto?
-
Pues puedes pedirme una canción… o aceptar una
copa
-
Pues cojo la canción, de momento, para la copa…
primero tendrás que bajar un rato y presentarte como es debido – Le guiñó el
ojo Esther a la DJ
-
Dalo por hecho, cuando acabe aquí bajo y te
busco en la pista
-
Pues te espero abajo – se giró para irse – ¡ah! Y
ponme algo de Muse, porfa – y volvió con sus amigos.
La música cambió y empezó a sonar
lo que Esther había pedido justo cuando Laura, Raúl y ella llevaban a la pista.
Bailaron durante buena parte de
la noche entre risas, sobre todo por las chicas que tonteaban con Laura y que
Raúl decía que se las dejara a él si ella no las quería.
Llegó una canción lenta y había
que escoger pareja:
-
Tú nos has traído aquí, así que te aguantas y te
quedas sola – dijo Raúl agarrando a Laura por la cintura
-
Me parece buen trato, por capulla – añadió Laura
-
Oye, que yo no sabía… - pero Laura y Raúl ya se
habían ido al centro de la pista
-
Idiotas – susurró divertida Esther por la
tontería de sus amigos.
-
¿Te gusta la canción que he elegido?
-
Sí, no está mal
La DJ había aparecido delante de
Esther y le tendía la mano para bailar. A Esther se le había ido poniendo una
sonrisilla tonta en la boca según la DJ llegaba, así que no pudo evitar que su
voz sonara algo sensual al pronunciar la respuesta.
-
Aún no me has dicho tu nombre
-
Ni tú a mí el tuyo – colocó sus manos en las
caderas de Esther
-
Esther
-
Pues yo Maca, encantada
-
Lo mismo digo – se acercó un poco más y rodeó el
cuello de Maca con los brazos
Bailaron así lo que duró la
canción sin hablar de nada más, simplemente mirándose. Y así las encontraron
Raúl y Laura cuando volvieron a acompañar a su amiga.
-
Vaya, no has tardado en encontrar pareja de
baile…
-
Ya ves… Chicos, os presento a Maca, la DJ.
-
Encantada, yo soy Laura
-
Yo Raúl, encantado.
-
Igualmente, ¿y qué? ¿os gusta El Beso de Luna?
-
Sí, no está nada mal, creo que empezaremos a
venir a menudo ¿verdad, Esther?
-
Eso espero – y miró a Maca justo a la vez que
esta se volvía a mirarla a ella.
Raúl aprovechó que nadie les
miraba para susurrarle algo a Laura al oído y los dos empezaron a reír al
instante.
-
¿Qué os hace tanta gracia?
-
Nada, cosas de Raúl… Esto… Esther, nosotros nos
vamos ya a casa que estamos cansados y ya son las 2, ¿vienes?
-
Sí, que no quiero volver sola después…
-
Vale, pues vamos yendo y te esperamos fuera.
-
Ok… - mirando a Maca – Bueno, pues encantada, ya
nos veremos, gracias por el baile.
-
De nada, ya sabes dónde encontrarme.
-
Claro, hasta otra
-
Buenas noches.
Salió Esther del local para
encontrarse con sus amigos.
-
¡Cuenta! – dijeron al unísono cogiéndola cada
uno de un brazo
-
Jejeje ahora, de camino, pero soltadme
Y de eso estuvieron hablando todo
el camino de vuelta a casa.
Esther llegó a casa, se tumbó en
la cama, apagó la luz y se quedó dormida pensando en el Beso de Luna, en Maca y
en aquel baile que habían compartido.
Despertó al día siguiente y preparó
los deberes que le habían mandado para el fin de semana, y así la encontró
Laura cuando llamó al timbre para proponerle dar un paseo en bici.
Como era de esperar, pasaron todo
el trayecto hablando de la noche anterior, por lo visto Raúl le había vuelto a
pedir salir a Laura y esta había aceptado, cosa que no sorprendió a Esther
porque ya les conocía y llevaba mucho tiempo viéndoselo venir.
-
Entonces, ¿me tengo que buscar nuevos amigos o
aún me aceptáis?
-
No seas boba, que estemos juntos no significa
que te vayamos a dar de lado
-
Más te vale – le apuntó con el botellín de agua
que tenía en la mano, pues se habían parado a descansar un rato.
Volvieron por el camino del río
que tanto les gustaba y se despidieron de nuevo a la puerta de casa a la hora de
comer.
Esther comía aquel día con sus
amigos del hospital para celebrar que habían hecho fija a una de ellas que
llevaba mucho tiempo intentándolo y no había manera. Se duchó rápido, se puso
sus vaqueros rotos y una camiseta de tirantes y llamó a Vilches para que pasara
a buscarla.
-
Bueno, pues ya hemos llegado, quédate con el
camino porque cuando acabes la uni y te vengas al Central vas a celebrar aquí
todo lo que haya que celebrar.
-
Pues no está nada mal el sitio
Vilches le había llevado a un
restaurante muy coqueto a las afueras de Madrid, el edificio era una casa de
pueblo antigua con unas ventanas pequeñas en el piso de arriba y un gran portón
en la entrada. Todos estaban ya dentro y
Esther fue dando dos besos a cada uno de ellos mientras recibía los
saludos y las bromas de aquellos amigos.
-
Bueno, ponnos al día, Esther, ¿qué tal te va la
vida?
-
Muy bien, Cruz, la uni es algo más difícil de lo
que pensaba pero me las apaño.
-
Apañarse dice, ¿os he enseñado el informe que le
pasé?
-
Sí, y estoy deseando verte en las prácticas al
año que viene, lo vas a pasar de muerte.
-
Jejeje Eso espero.
Hablaron también de la inminente
boda entre Cruz y Vilches, de la nueva novia de Carmen y, por supuesto,
del nuevo puesto de Alicia. Por lo
general fue una comida muy amena, como siempre, con esa gente era fácil pasarlo
bien. Pero aun así, Esther seguía pensando de vez en cuando en Maca y en si
estaría esa noche en el Beso de Luna…
Tras la sobremesa y unas cuantas
partidas de cartas, se fueron despidiendo y marchando a sus respectivas casas.
-
Hasta mañana, chicos, hasta la próxima, Esther.
-
Adiós, Carmen
-
Nos vemos
-
Chao, Héctor.
-
¿Nos vamos, Esther?
-
Cuando quieras, tú eres el que conduce
-
Pues en marcha. ¡Adiós, gente!
-
Hasta otra, chicos
Cuando Vilches aparcó el coche
frente a la puerta de Esther, su madre salió a saludar a su buen amigo y Esther
decidió dejarles hablando mientras ella llamaba a sus amigos para quedar en
unas horas.
-
¿Seguro que no os importa que pasemos por el
Beso de Luna otra vez?
-
Que no, pesada, que entiendo que quieras ver a la
DJ, yo también querría.
-
Vale, una hora como mucho, os lo prometo.
-
Anda, calla y entra.
Esther estaba algo nerviosa, el
día anterior se había atrevido porque, pese a ser bisexual, nunca antes había
pisado un bar de ambiente y se dejó llevar por la emoción, pero ahora no sabía
cómo iba a responder…
Por suerte para ella, Maca la vio
nada más entrar y fue de inmediato a saludarla, se tomó una copa con los tres
amigos e invitó a Esther a bailar.
Ya en la pista, Esther sintió unas
ganas locas de besar a Maca y, sin pensarlo más, se lanzó a sus labios. Maca
correspondió el beso y las dos cerraron los ojos disfrutando de aquella
sensación de que el resto del mundo desaparecía a su alrededor y solo estaban
ellas dos solas en la pista de baile.
-
No suelo ser así, de verdad, de normal soy super
tímida, pero no sé qué me pasa aquí…
-
Es el poder del Beso de Luna
-
¿ah, sí? Y yo que creía que era por ti…
-
Puede, pero yo me inclino más a pensar que es
por este sitio
-
¿Y eso por qué?
-
¿Quieres que te cuente por qué se llama así?
-
Claro
-
Pues dicen que este bar se encuentra en una
línea recta perfecta justo debajo de la Luna, y que por ello esta incide en las
luces del local y hace que la gente se deje llevar por lo que siente y haga
locuras como besar a una persona a la que acaba de conocer – dijo en un todo
meloso Maca a pocos milímetros de los labios de Esther.
-
Eso te lo acabas de inventar
-
Tal vez, pero no es una mala teoría, ¿no?
-
No, no lo es
-
Entonces, haz caso a la Luna y bésame, tonta.
-
Me has leído la mente
Y ambas se besaron de nuevo
imaginando que el mundo desaparecía a su alrededor.
-
¿Sabes? Yo tengo otra teoría de qué es un beso
de luna
-
A ver, ¿cuál es esa teoría?
-
Un beso de luna se le das a una persona que,
aunque conozcas de hace poco, llevas mucho tiempo pensando en darle ese beso.
Es un beso intenso y suave a la vez, un beso que hace que todo lo demás
desaparezca, porque, por cada uno que des, te lleva a un paso más cerca de la
Luna.
-
Pero que cursi que eres…
-
Es posible, pero te ha gustado, lo veo en tu
mirada
-
No he dicho lo contrario, ¿y sabes qué más me
gusta?
-
¿qué?
-
Esto – y se dieron otro beso lento y suave en
medio de la pista de baile.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: