No vale la
pena
No vale la pena llorar por las noches
refugiada en un cuarto invisible,
dejarse rodear por un manto de tristeza
cuando el decorado aún persiste
recordándonos la luz que nos rodea,
la paz que invade los cielos
y la fuerza de nuestras alas.
No vale la pena preocuparse por algo
que se sale de nuestras posibilidades
cuando, a no más de una mirada,
se encuentra el calor de un amor a raudales.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: