BAILE
DE SILLAS
Cap. 9 –
Acabé
los deberes mucho antes de lo que pensaba, por lo que tenía la tarde entera
libre. De normal habría ido a ensayar, habría quedado con Aly, igual habría
cenado con los Rollernoters… Pero ¿qué se suponía que iba a hacer ahora?
Como
no podía pensar en nada mejor, me puse a buscar una película en el ordenador
para pasar el rato. Terminé viendo “Loving Annabelle” por enésima vez mientras
garabateaba casi sin darme cuenta en un papel. Cuando acabó la película miré la
pantalla del ordenador con cierto aire de nostalgia, había pasado dos horas
entretenida pero ya no me quedaban ideas para pasar el resto de la tarde.
Salí
del hotel para dar una vuelta por LA y acabé, como siempre, en un pequeño
parque que solía estar casi vacío pero que, por alguna razón, me transmitía una
paz inusual. Recuerdo que la primera vez que fui a ese parque fue el día que
vine con mis tíos para decidir lo del hotel, visitar la escuela y todo eso. Parece mentira que ya haya pasado un año
desde aquello.
Por
aquel entonces aún no iba en silla de ruedas, así que me metí debajo de la
pequeña fuente, jugué en los columpios, bailé en el césped… Recuerdo cada
detalle de ese día; como la cara que puso mi tío cuando volví a casa empapada y
llena de barro y verdín. Había sido un día duro de caminatas y búsqueda del
mejor hotel que nos hiciera una buena oferta, pero ese momento a solas en el
parque me había hecho olvidar todo el cansancio.
Ahora que lo pienso, es lo único
que saqué en claro del viaje, porque como luego me pasó lo de la pierna, el
hotel que elegimos ya no nos valía y tuvimos que buscar uno con rampitas para
la silla.
…
Will
estaba en casa hablando con Buffy, no era una discusión, porque ellas nunca
discutían, pero era un tema que a ninguna de las dos les gustaba; Aly
Desde
lo que pasó con Marie, cada vez que las hermanas hablaban de Aly y los
Rollernoters la cosa se ponía tensa. Willow nunca había querido inculcar sus
ideas en las de su hermana como solían hacer las hermanas mayores, estaba muy a
gusto sabiendo que tenían opiniones distintas sobre muchos temas y que podían
ser ellas mismas. Aun así, ella conocía a Aly y, pese a saber por qué a Buffy
no le caía bien, no podía evitar explicarle que no era tan mala persona.
-
¿Cómo puedes seguir defendiéndola?
-
Es mi amiga, Buff, por eso la defiendo
-
Bueno, pues no entiendo por qué lo es,
después de lo que hizo con Marie y con Marco…
-
Se equivocó en lo de Marie, no te lo
niego, pero también estarás de acuerdo en que lo de Marco fue cosa suya, podía
haber dicho cualquier otra cosa… Y no creo que tú seas muy objetiva en el tema
Marie, ¿no crees?
-
Tienes razón, no lo soy, pero me jode lo
que pasó, Marie sufrió mucho por culpa de tu amiguita a la que tanto defiendes.
- Buff, te lo he dicho más veces, Marie no
fue la única que sufrió, solo que cada una buscó una salida diferente.
-
Está bien, no me gusta discutir contigo
y ese es un tema que siempre nos hace acabar mal a las dos, así que no quiero
hablar de lo que pasó con Marie y Aly…
-
Es cierto, siempre que sacamos el tema
acabamos mal tú y yo. Mejor hablemos de
otra cosa, ¿qué tal la tarde? – El ambiente se había tensado bastante, pero
ahora estaban más relajadas sentadas las dos en el sofá de casa.
-
Pues no creo que eso cambie mucho de
tema, he pasado la tarde con Marie y… - calló de pronto Buffy
-
¿Y… qué? No me dejes a medias
-
Bueno, es que no te va a gustar…
-
No me lo digas, habéis ido a casa de
Sofía, ¿me equivoco?
-
¿Cómo lo sabes?
-
Porque a mí también se me ha ocurrido la
misma solución, con razón estaba tan seca conmigo, estaría harta de visitas.
-
Pobrecilla, verse envuelta en este lío
tan pronto.
-
Pues sí.
Y allí se quedaron las
dos en silencio, pensando en lo que les pasaba a sus amigas.
…
Aly les había dicho a
los chicos que dejaran las coreos para otro día y se fueran a casa a descansar. Ella estaba también muerta de cansancio, pero no quería volver a casa todavía, tenía
que pensar en qué haría con Sofía...
Decidió dar un paseo,
así que se puso la música bien alta y empezó a andar sin rumbo fijo. Le
encantaba hacer aquello en LA, la gente parecía pasar a cámara lenta cuando
llevaba sus auriculares a todo volumen, pues ella andaba casi sin darse cuenta
al ritmo de la música.
Pasó por varios
edificios, alguna palmera, un par de tiendas, más edificios… Empezaba a
anochecer y las palmeras quedaban preciosas a la luz de la luna… Se sorprendió
de pensar aquello, llevaba una vida viviendo allí y nunca se había fijado, pero
era lo primero que había dicho Marie en su primera “cita”.
Siguió andando sin
querer plantearse por qué se le había ocurrido aquello, pero una silenciosa
sonrisa se había dibujado en su cara mientras miraba las palmeras.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: