LA
MENTE LO SABE
Una niña pequeña puede crecer, un árbol dar
fruto, un animal morir, pero todos tienen una historia que contar, una vida
(corta o larga) que narrar antes de viajar a otro mundo. Mónica contará su
historia y nos introducirá al mundo de la belleza, a la destreza total de lo
natural y a los secretos de la mente. Bajo la mirada y la protección de Shrilka,
Mónica luchará por un motivo justo: volver a casa.
Capítulo 9 – Jipa
Mónica se movía con
gran dificultad entre las ramas del bosque más frondoso que jamás había pisado.
Buscó con la mirada algo que le resultara familiar o alguna indicación de cómo
había llegado allí, pero no encontró nada.
-
¿Hay alguien ahí? – preguntó con la voz
más firme que supo fingir
No hubo mayor
respuesta que el sonido del viento entre las hojas. Mónica sintió un escalofrío
recorrer su columna vertebral.
Esto no puede ser
bueno – pensó
Deambuló por aquel
bosque, que parecía no tener final, hasta entrada la noche. Cada vez se
encontraba más cansada, hambrienta y asustada. Si no encontraba un refugio
pronto, moriría de frío, pero tenía que salir de aquel bosque para poder
encontrar un lugar seguro.
Tiene que haber alguien más aquí, algún animal aunque sea.
Siguió buscando entre
las ramas algo que llevarse a la boca, pero si allí había algo comestible, ella
no podía verlo.
Casi amanecía cuando
Mónica cayó al suelo totalmente agotada, no podía aguantar más, había llegado
su hora e iba a aceptarlo. Justo antes de cerrar los ojos, creyó ver una
silueta humana acercándose a ella, pero no pudo reaccionar y quedó a merced del
sueño con un único pensamiento: Si ha de
matarme algo, mejor que sea un ser humano que tiene que comer de algo para
sobrevivir.
…
Shrilka y Sharick
discutían con una tercera persona sentados en la gran mesa de la guarida.
-
No podemos despertarla sin saber qué le
vamos a decir
-
Tienes razón, Sharick, pero no sabremos
cómo reaccionará a la nueva información hasta que la despertemos
-
Tampoco sabemos si va a despertar – Dijo
la voz seca y dura de Shrilka
-
Claro que despertará, tiene que hacerlo
-
Además, la visteis en combate, según lo
que dijisteis es fuerte
- Quizá no lo es tanto, a lo mejor agotó
sus fuerzas en la batalla, puede que la posesión de su cuerpo fuese demasiado
para ella. Puede que no fuera ella la que regresó a su cuerpo, sabéis tan bien
como yo que esas cosas de los espíritus no siempre salen bien. Quizás…
-
¡Basta! No permitiré que te hundas de
nuevo, grandullón.
-
Saldrá de esta, Sortlain, es especial.
Tanto la maestra del
Kia como el anónimo compañero, apoyaron al dragón tras ese momento de duda.
Shrilka agradeció el gesto, pero seguí pensando que había pasado demasiado
tiempo y su compañera ya debería haberse levantado de la cama.
-
No
sé qué hacer si ella muere – Pensaba el dragón
- Si
la chica no sale de esta, Shrilka Sortlain habrá acabado para siempre, quizás
incluso… No, prefiero no pensarlo, él no sería tan estúpido, sabe que le
necesitamos aquí. – Pensaba el anónimo
-
Shril
tiene razón, es culpa mía… es culpa mía… es culpa mía…
- Se repetía Sharick
Pero la joven seguía
en la cama tiritando de frío y balbuceando frases inconexas.
…
Cuando Mónica abrió
los ojos, reconoció el bosque por la ventana, pero no sabía dónde estaba ni
cómo había llegado allí. Una figura humana se acercó a ella con un cuenco
humeante en las manos.
-
Come, te sentirás mejor
La mujer que se había
acercado tenía una voz dulce que a Mónica le resultaba extrañamente familiar,
pero no había añadido nada más ni había hecho ningún gesto, sólo había dejado
el cuenco en la mesita al lado de la cama y había vuelto a salir de la
habitación.
No sin dudas, Mónica
cogió el cuenco con la mano derecha, incorporándose con dificultad sobre su
codo izquierdo. Nada más oler aquel brebaje, su estómago rugió de placer. No tengo nada que perder pensó Mónica y empezó a beberse aquella
especie de sopa.
No tenía mal sabor y
parecía calmar su estómago, así que se lo terminó en dos tragos más y volvió a
dejar el recipiente en la mesa. Le habría gustado repetir, pero no quería
abusar de la generosidad de aquella mujer. Decidió quedarse en la cama a la
espera de que volviese a por los restos de la comida, ya entonces le daría las
gracias y quizá le hiciera alguna pregunta.
La anfitriona no tardó
en llegar, esta vez con un plato con carne y una jarra de agua. Mónica la miró
expectante mientras colocaba las cosas en la mesa y acercaba una silla a la
pata delantera de la cama.
- Hola, Mónica, he pensado que tendrías más
hambre, como lo que quieras – señaló el plato – y no dudes en pedir más si te
apetece.
- Gra… gracias – contestó Mónica. Cogió el
plato y probó un bocado mientras pensaba cómo plantear las preguntas que tenía
en mente.
A la mujer no parecía
importarle el silencio, se limitó a observar cómo la joven comía.
-
Me estaba preguntando – empezó Mónica -
¿Quién…? ¿Cómo…? ¿Por qué…? Bueno… esto… no sé por dónde empezar…
-
Jejejeje – La risa de la mujer retumbó por
toda la sala – Será mejor que te lo cuente yo, entonces.
Mónica se ruborizó un
poco bajo la mirada de aquella chica que cada vez se le antojaba más familiar.
-
Lo primero de todo, mi nombre es Kané
Tulvilla, pero hace mucho que nadie me llama así. Aquí soy Kana, la chamana de
esta tribu.
Mónica hizo amago de
hablar, pero no sabía muy bien que decir, así que permaneció en silencio.
-
No sé cómo has acabado así, pequeña, pero
no te preocupes, con la ayuda de todos los Jipantinos conseguirás recuperarte
en seguida.
- Perdone, señora, pero… ¿Jipantinos?
-
Jejejeje – volvió a reír Kana – No pensé
que tu problema de memoria hubiera llegado tan lejos… - Mónica la miró sin
entender ni una palabra – Lo primero es lo primero, a mí, como al resto, nos
tratas de tú, y nosotros haremos lo mismo. – Mónica asintió – Lo segundo, los
Jipantinos somos todos los de esta tribu, Jipa, en honor a la diosa del aire.
-
Perdone… digo, perdona, Kana, pero no lo
recuerdo… ¿Yo soy de aquí?
-
Sí, Mónica, tú también eres de aquí
-
¿Así que soy Jipantina?
-
Jejejeje. No, tú eres de la tribu hermana
al otro lado de la isla, eres una Sortlain. – Kana pareción dudar un momento –
Más concretamente… Eres Sortleen, la hija del jefe Shrilka, uno de los mejores
pescadores de la isla y un gran líder, por supuesto.
Mónica no entendía
nada, no recordaba nada de eso, no podía ser cierto. Vale, no tenía ni idea de
quién era ni cómo se llaman sus padres, pero estaba segura de que ella no
pertenecía a ninguna tribu ni conocía a ninguna Jipa, diosa del aire.
-
Creo que tienes que asimilar mucha
información, será mejor que te deje dormir.
-
Sí, creo que es lo mejor…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: