Un día en el que el mundo parezca dejar de girar,
un día en que la luz del sol nos atravesase en vez de proyectarnos,
un día que no suponga un cambio en nadie más que en nosotras...
Ese día podemos hacer que sea cualquiera de los que vivimos.
Porque aun recuerdo aquel 40 de enero,
el momento exacto en que detuvimos el tiempo.
Ese en que nos dejamos arropar por la luz de las estrellas,
y bebimos tequila con kas naranja porque nos lo susurró la luna llena.
Porque los mejores momentos que en mi diario quedé anotados,
esos que guardo con cariño en el medio del pecho...
Los dibujamos juntas con una tiza inventada en el lienzo de la vida.
Por todo lo que vivimos, creímos, soñamos, escribimos y borramos.
Por lo que no dijimos, ni pensamos, ni hicimos ni destrozamos.
Este noviembre te espero donde siempre, para seguir la rutina que nunca empezamos...
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: