Una niña tonta decidió un día
dedicarle una sonrisa al sol, aguantar la mirada a la luna y decir adiós a cada
estrella antes de irse a dormir.
Una niña tonta decidió contar las
horas del reloj y jugar a adelantarlo en la cuenta, a ganarle la batalla al
tiempo.
Una niña tonta descubrió un día
una cabaña abandonada cerca del río y decidió ir cada día 1 del mes para ver si
crecía allí algo más que la oscuridad.
Una niña tonta decidió un día que
sonreiría a cada persona que viera en la calle y la hiciera reír.
Una niña tonta decidió atar su
vida a la de una vieja libreta arrugada, llevándola consigo hasta el fin del
mundo para nunca dejar de escribir.
Una niña tonta decidió un día
apuntar todos sus deseos en una vieja y arrugada libreta para no olvidarse
nunca de luchar por ellos.
Una niña tonta decidió un día que
quería dedicarse a ayudar a los demás y que siempre intentaría ayudar a quien lo
necesitase, pasase lo que pasase.
Una niña tonta decidió que nunca
jamás crecería como los demás, sino a su manera; cuerpo de mujer y mente de
niña.
Una niña tonta decidió dejar de
quejarse y aprovechar las cosas buenas de la vida y disfrutarlas al máximo.
Una niña tonta decidió un día que
sería valiente y decidida sólo cuando fuese necesario, porque ser pequeña
también era divertido.
Una niña tonta decidió que el
amor tenía que ser, ante todo, placentero y no quería tener que sufrir nunca
jamás por amor.
Una niña tonta tomo la decisión
de cuidar a las personas a las que quería y decírselo a menudo.
Una niña tonta jamás dio
importancia a las apariencias ni al famoso “¿qué dirán?” porque había decidido
ser ella misma y caerse bien.
Una niña tonta decidió un día que
si todo lo anterior la convertía en una niña tonta, sería una niña tonta con
mucho orgullo, llevaría incluso una chapa que así la definiera y daría las
gracias a todo aquel/toda aquella que volviese a llamarla “niña tonta”, porque
así era ella y eso no podía ser ningún insulto.
Hoy os cuento la historia de
aquella niña tonta, porque he encontrado una libreta vieja y arrugada en una
cabaña cerca del río. Cada página tiene un sueño realizado, un recuerdo, una
sonrisa, una mirada y una despedida a las estrellas. Al lado de la libreta hay un
montón de chapas, y no hay nada más en la cabaña (a simple vista) así que
espero encontrarme el próximo 1 de mes con aquella niña tonta a la que llevo
persiguiendo tantos y tantos 1 de mes.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: