Demasiada oscuridad como para ver
la salida (o algo que se le pareciese)… Definitivamente tendría que esperar a
que saliera el sol para plantearse hacer algo, “¡qué rabia!” pensó, pero allí
se quedó; sentada sobre lo que le había parecido un baúl de los de antaño,
esperando a que entrara algo de luz en aquel viejo desván donde su hermano “accidentalmente”
la había encerrado aquella noche.
-
Esta vez no se libra de mi venganza, lo juro por
mi madre.
A penas dos horas más tarde, ya
entraban los primeros rayos de la mañana por la pequeña ventana y Kika pudo ver
dónde estaba exactamente. Se levantó de un salto y corrió hacia las escaleras,
deseando llegar a su habitación cuanto antes para “devolvérsela a Dani”, pero
algo le hizo darse la vuelta; aquel baúl…
-
Esto es muy viejo para estar aquí, y mamá dijo
que la abuela se lo había llevado todo antes de dejarnos la casa… ¡Qué raro!
Será mejor que eche un vistazo a ver qué hay…
El baúl estaba cerrado con un
gran candado, así que Kika buscó algo con lo que poder romperlo, con suerte
estaría suficientemente estropeado como para que no fuese muy difícil romperlo.
Cuando fue a golpearlo con la antigua raqueta de su padre, el candado se abrió
él solo antes de rozarlo.
-
Vaaale, eso no es muy normal. – Se asustó Kika,
pero pronto le pudo la curiosidad – Estaría más estropeado de lo que pensaba, a
ver qué hay dentro.
Su gozo en un pozo, como se suele
decir, el baúl estaba completamente vacío, lleno únicamente de aire y polvo. “¡Qué
rollo! Podría haber sido una gran aventura”. Decepcionada, Kika volvió a cerrar
el viejo baúl y salió escaleras abajo hacia su habitación.
Su madre la pilló justo cuando
bajaba el último escalón, Kika no había contado con ello, acababa de meterse en
un buen lío.
-
¿No he dicho mil veces que no podéis subir al desván
vosotros solos? – preguntó enfadada su madre.
-
Pero Dani…
-
No creo que tu hermano tenga nada que ver con
esto, Kika, deja de echarle la culpa de todo.
-
Pero mamá, él…
- No quiero oír escusas, a tu cuarto ya mismo, y
no vas a salir hasta que te llame para cenar, ¿entendido?
-
Entendido – dijo cabizbaja Kika.
No era justo, Dani era quien
había apagado la luz y había cerrado la trampilla que llevaba al desván, encima
de que se había tenido que quedar allí sola dos horas ahora estaba castigada…
Dani iba a pagarlo muy caro. Kika estaba cada vez más enfadada con su hermano.
-
Si todavía hubiese habido algo en ese estúpido
baúl…
Estar en su habitación no era tan
mal castigo si lo pensaba bien; tenía sus juguetes, sus libros, sus pinturas…
Lo malo era que su madre se hubiese enfadado con ella, ahora no podría
aprovechar la cena para pedirle ir a la fiesta que Mónica (su mejor amiga) daba
ese fin de semana. “Y todo por culpa de Dani”. Decidió no pensarlo y retomar la
lectura, había dejado “Memorias de Idhún” a medias y quería saber qué pasaría
entre Victoria y Christian.
-
¡A cenar, chicos! – llamó su madre unas horas
después.
Kika fue corriendo a poner la
mesa con una sonrisa en la casa, tenía la esperanza de que su madre hubiese
olvidado lo del desván, “total, han pasado ya dos horas, seguro que ya ni se
acuerda”. Pero al entrar en la cocina se olió que su plan iba a fracasar estrepitosamente;
su madre había hecho alcachofas hervidas, uno de los pocos platos que Kika no
podía ni probar.
-
Mamá, eso huele genial, ¿qué es? – trató de
fingir
-
¿En serio huele bien? Pensé que odiabas el olor
a alcachofas
-
Eh… sí… bueno… yo…
-
Jajajajajaja. Respira, Kika, eso es para tu
padre y para mí mañana, tú comes donde tu abuela.
Dani entró entonces en la cocina
y ayudó a su hermana con la mesa. Cuando todos estuvieron sentados, Kika
respiró más tranquila al ver la fuente de salchichas que su madre acababa
de poner en el medio. Pese a ello,
decidió que no era el mejor momento para hablar de la fiesta de Mónica, así que
dejó que Dani hablase de sus avances en el Mario
Bros.
-
Hora de ir a la cama, niños – dijo su padre al
acabar la cena.
Dani protestó un poco, como
siempre, pero acabó cediendo siempre y cuando su padre le leyera un cuento.
Kika, sin embargo, se lavó rápidamente los dientes y no tardó en entrar en su
habitación. Tras ella, entró su madre.
-
Buenas noches, cariño, ¿estás bien?
-
Sí, buenas noches, mamá.
-
Está bien, serán cosas mías entonces, me ha
parecido que estabas muy callada en la cena.
-
Es que ya me pasé ese juego hace mucho y no
quiero decirle a Dani cómo termina.
-
Ah, vale , vale… Así que ¿no hay nada que
quieras decirme?
-
No
-
¿Segura? ¿Nada sobre Mónica?
-
Bueno… Sí, va a hacer una fiesta el finde que viene y…
-
Jajajaa Lo sabía
-
Entonces ¿me dejas ir?
-
Si te portas bien sí
-
¡¡¡Genial!!!! ¿Cómo sabías lo de la fiesta?
-
Su madre llamó antes para confirmar que irías,
aunque esperaba que me lo dijeses tú
-
Pensé que estarías enfadada y no me dejarías ir
-
Me vale con que me prometas que no volverás a
subir sola, ¿trato hecho?
-
¡Trato hecho!
-
Buenas noches, Kika.
-
Buenas noches, mamá
-
¡Ah! – Se giró su madre cuando ya salía por la
puerta – una cosa más, recoge tu habitación antes de salir mañana, que no puede
ser que tengas los libros tirados por el suelo. – Se agachó y levantó un enorme
libro dorado que había detrás de la puerta. – Te lo dejo en la mesa, pero
mañana quiero esta habitación recogida, ¿me has oído?
-
Sí, mamá.
Y, ahora sí, su madre salió de la
habitación. Pero Kika estaba pálida. “¿De dónde ha salido ese libro? No me
suena de nada. Además, no estaba ahí cuando he ido a cenar, ¿o sí?” (pensaba
Kika).
No lo dudó ni un segundo, se
levantó rápida de la cama y cogió el libro.
-
“El gran libro de los hechizos” ¿será realmente
un libro de magia?
Kika no se fía mucho, “la magia
sólo existe en los cuentos, ¿no?”. Aun así, decide pasar algunas páginas, pero
con cuidado de no pronunciar nunca los hechizos en voz alta “por si acaso”.
...
A la mañana siguiente, tras
asegurarse que estaba sola en casa y que su hermanos se había ido ya a su
partido de fútbol, Kika decidió probar uno de aquellos hechizos que parecía muy
fácil de hacer:
Para reordenar tu habitación, da tres golpes al suelo con el talón, una
vuelta a la pata coja con la mano en la cabeza y di en voz alta: “limpio en un
periquete, ordenado en un plis plas, mi cuarto quedará perfecto sin moverme del
sofá”
Memorizó bien las palabras y
guardó el libro en la mochila para saber dónde buscarlo si el hechizo
funcionaba. Cerró los ojos, se puso en mitad de la habitación y…
… Tres golpes
con el talón.
… Una vuelta a
la pata coja con la mano en la cabeza
-
Limpio en un periquete, ordenado en un plis plas, mi cuarto quedará perfecto
sin moverme del sofá.
Cuando abrió los ojos, ¡TODO
ESTABA EN SU SITIO! Kika nunca había visto su habitación tan limpia y ordenada,
casi no se lo creía, ¡había funcionado!
-
¿De dónde ha salido este libro? Será mejor que
lo esconda para que no lo vea Dani…. Soy una bruja...
Kika pasó el resto de la mañana
con el libro; pensando dónde guardarlo, de dónde habría salido, a quién debería
contárselo, etc.
Decidió que no se lo contaría a
nadie, al menos de momento, hasta que encontrara a su dueño. Ese sería su
primer trabajo como bruja. Pero hasta entonces, mejor esconderlo debajo de la
cama y mantenerlo en secreto.
...
Tenía todo el día por delante,
sus padres se quedarían trabajando hasta tarde, Dani estaba en casa de uno
amigo y su misión principal era encontrar al dueño del libro de hechizos.
-
Manos a la obra.
Kika revisó el libro a ver si
decía algún nombre para empezar a buscar, ¡ajá! en el dorso, ahí estaba “la
bruja Elviruja”. Buscó en internet y encontró un par de libros más, pero eran
cuentos infantiles, no le servían.
A Kika le encantaban los libros
de detectives, así que sabía que había muchas pistas que podía seguir, no había
que desanimarse porque el nombre no hubiese servido de mucho.
-
Quizás haya algún dibujo, o una llave que pueda
encontrar
Después de tres largas horas de
búsqueda, decidió tomar un descanso y cerró el libro de golpe.
-
¡Esto es inútil! Ninguno de estos dibujos me
suena de nada.
Se levantó para ir a por algo a
la cocina, tanta búsqueda le había dado hambre. Cuando volvió con su vaso de
leche, lo primero que vio fue el dibujo del espejo.
-
Espera, eso me suena de algo… ¡Ya sé! ¡El viejo
candado del baúl! Estoy segura de que tenía también ese triángulo raro.
En la tapa del libro de magia
había una especie de triángulo rojo con las líneas torcidas y un dibujo de un
animal extraño rodeándolo, era un dibujo en relieve al que no había dado mayor
importancia cuando lo vio. Pero estaba segura de que en el baúl había algo parecido, sólo que no
estaba en relieve, sino al revés, era un grabado.
-
¡Puede que sea una especie de llave mágica, como
en “La historia interminable”! ¡¡Ayyy!! Pero el baúl está en el desván, y le
prometí a mamá que no subiría allí yo sola…
Está bien, esperaré a que vuelvan papá y mamá del trabajo y les pediré que bajen el baúl.
Está bien, esperaré a que vuelvan papá y mamá del trabajo y les pediré que bajen el baúl.
Y así lo hizo, aunque no paró de
pensar en ello durante todo el día, esperó a sus padres para no romper la
promesa que le había hecho a su madre la noche anterior.
En cuanto llegaron por la puerta,
Kika se abalanzó sobre su madre y pidió que le bajaran el baúl. Su madre dudó,
pero al ver que había esperado para no subir ella sola, decidió hacerle ese favor.
-
Gracias mami, eres la mejor.
-
¿Para qué lo quieres?
-
Eh… para ordenar la habitación, que tengo muchos
libros, tú misma lo has dicho muuuchas veces.
-
Muy bien pensado, ahora mismo te lo bajo.
Después de cenar, Kika dio las
buenas noches y fue corriendo a su habitación a probar su hipótesis.
¡Efectivamente! El Libro encajaba a la perfección en aquel extraño candado,
Kika giró el libro a la derecha, luego a la izquierda, pero nada, no parecía
moverse.
-
¡Qué raro! – pensó – ayer se abrió ello sólo y
hoy que tengo el libro no quiere abrirse…
Cuando iba a dejarlo por
imposible, se resbaló y, al apoyarse sobre el libro para no caerse, escuchó un click y vio cómo el baúl se abría y
salía de él muchísima luz. Se asomó impresionada y ZAS entró en el baúl y este
volvió a cerrarse tras ella.
Dentro del baúl, se encontró con
una señora mayor que sonreía y la miraba divertida
-
Hola, soy Elviruja
-
Hola… Yo soy Kika, ¿dónde estamos exactamente?
-
Estás en mi casa, es largo de explicar, veo que
tienes mi libro
-
Sí, pero te lo devuelvo, no me hagas daño
-
¿Hacerte daño? JAJAJAJA no seas tonta, Kika, no
voy a hacerte daño.
-
¿Sabes mi nombre?
-
Sí, te he estado observando todo el día, el
libro de hechizos es muy listo, solo muestra su contenido a otra bruja que no
tenga malas intenciones.
-
¿Entonces soy bruja?
-
Sí, Kika, eso parece.
-
¿Y tú no necesitas el libro?
-
No, eso es solo para las aprendices, luego
aprendes a usar la magia de memoria y no necesitas leerlo, así que el libro
busca otra bruja a la que ayudar.
-
¿Y por qué yo?
-
Nunca se sabe, es el libro quien decide, yo solo
muevo el baúl para ver si ha elegido bien, y yo diría que sí, así que es hora
de irme.
-
Pero espera, yo…
A Kika no le dio tiempo de
contestar, el baúl había desaparecido y Elviruja también, solo quedaba una
nota:
El libro es tuyo, úsalo bien y añade todos
los hechizos que aprendas para la siguiente bruja. Te recomiendo que pruebes “Memoris
Reverto” para que tu madre no se acuerde del baúl (siempre que quieras mantener
el secreto), es un hechizo muy útil para cuando la magia se te va de las manos,
yo misma lo inventé.
Ahora me marcho, pero recuerda La magia
siempre está en las cosas más pequeñas ;)
Desde entonces, en el lomo del
libro aparece el nombre de Kika y ella está aprendiendo a usarlo. Y aunque le
está costando esconderlo de Dani, está viviendo muchas aventuras.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: