Tenerla cerca es
tocar el cielo con la punta de la lengua,
saborear las nubes, bautizar estrellas...
Desvelarse por verla
dormir destapada.
Girarse en la cama para dejarle espacio,
apartar un mechón de pelo de su cara
y poder arroparla con los propios brazos
llenando de sueños nuestra almohada.
Con ella los días
brillan incluso en noches de tormenta
y hasta el tiempo parece pasar más despacio
para darnos espacio,
pues cada minuto cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: