que cuentan la misma historia,
tengo un mural de emociones
formando en mi pared tu nombre
y un bolígrafo mordisqueado
que sabe (a) que ya no estás.
Tengo un pecho abierto en canal
que no cabe en el tuyo
y diez mil compases inacabados
en los que intenté cantar tu sintonía
– pero ese día estaba ronca
y lo fui dejando pasar –.
Tengo una vida aún por estrenar
que no sé cómo se usa,
tengo dos manos llenas,
tengo un pecho en llamas…
Tengo ropa vieja
formando corazones nuevos
en el baúl de “por si acaso”.
Tengo ganas de comerme el mundo
el tuyo y el de debajo de tu cama.
Tengo libros enamorados de mis ojos
que me susurran desde la estantería,
tengo risas sordas ante chistes malos
y flores secas acompañando tus postales.
Tengo una sonrisa de mentira
y un alma de peluche…
Tengo,
tengo,
tengo…
Tengo tantas cosas
que el día que me encuentre
me tiro a la basura.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: