Cuando me pregunten
que a qué dios le rezo
dejaré en mis labios
el eco de tu nombre.
Diré que eres poesía,
tangible sólo a ratos.
Que vives en las nubes
y sabes soñar despierta.
Si dudan de tus milagros
haré alarde de tu risa,
compartiré tus versos
y me guardaré entre los dedos
el tacto de tus caricias
erizando mi piel en cada sueño.
Hablaré de las veces
que te me has aparecido
para ser mi conciencia favorita;
apoyándome en todos los delirios.
Admitiremos
que no hacen falta medallas,
ni cruces torcidas,
ni altares o templos sagrados...
Pero que tuya es mi boca
para conjurar versículos
cuando la inspiración nos encuentre
(siempre en lenguas vivas).
Y si aún consideran
que mi fe es profana,
volveré a nuestra mezquita
a las puertas del limbo
y volveremos a arañar
el cielo con los dedos.
Por las historias que rondan tu mente. Por las ganas de cambiar el mundo. Por las rimas. Por la música. Por el arte... El primer puercoespín enamorado de las letras comparte sus cuadernos de poesía. Cuidado, puede ser muy dulce o utilizar sus púas.
domingo, 29 de septiembre de 2019
lunes, 23 de septiembre de 2019
En renglones torcidos
Se me torcían los renglones siempre que intentaba dibujarte. Me temblaba la línea en tu boca, perdía definición tu mirada... se intensificaba tu ausencia en cada línea curva que el lápiz se negaba a trazar. Tu boceto se me escapaba entre los dedos, mientras tu pelo rebelde jugaba con las líneas difuminadas de mi memoria y me enredaba en el brillo de tu melena despeinada.
Al vaivén del tren que no cogiste, arrancaba las hojas de mi diario donde no podía dibujarte y con ellas resquebrajaba mi mente, perdiendo el matiz de tus lunares tímidos o la posición exacta de tu ceja levantada al mirar embelesada el cielo de algún parque atardeciendo.
Mis pinceles se trenzaron y no quisieron ya mojarse en el salitre de tu añoranza, pero su silueta aún me recuerda tus desvelos, abrazada a la almohada para no despertarme, sin saber que eras mi lienzo favorito, aunque nunca cupiste en un cuadro.
Ningún pintor sabrá jamás qué patrón esconde la paleta de tu risa, ¿cómo iba a descubrirlo yo, que solo te tuve unos meses en sueños y nueve años en la memoria?
No dejaste ningún rasguño que supiera a tus besos, ni una triste caricatura de tamaño carnet donde reposar la imagen que se coló en mi cristalino...
Tú que juraste dejar marcado tu reflejo en el espejo del salón, que tenías el don de aguantar en un cualquier cristal sin mácula mi verso.. Tú que prometiste quedarte y no faltar, siendo siempre la primera en la guarida, a la espera de esa visita que sabías que haría aunque dijera que hoy no...
Faltaste a todas tus promesas menos una, y es que no te encuentran mis bolígrafos y pinceles, no te describen mis líneas y no apareces ya entre renglones... Pero jamás dejarás París vacío de tu paso, porque cada luna llena que ilumina la Torre Eiffel, se posa en tu obra maestra y el mundo te contempla sin saberlo, te alaba sin mirarte y se hacen canciones de amor en tu penumbra.
Y me pregunto si fui la única a quien volviste loca o quedan aún artistas tratando de encontrarte entre los barrotes fríos de aquella ilusión óptica donde conseguiste hacer refugio en cada tormenta.
No dejaste ningún rasguño que supiera a tus besos, ni una triste caricatura de tamaño carnet donde reposar la imagen que se coló en mi cristalino...
Tú que juraste dejar marcado tu reflejo en el espejo del salón, que tenías el don de aguantar en un cualquier cristal sin mácula mi verso.. Tú que prometiste quedarte y no faltar, siendo siempre la primera en la guarida, a la espera de esa visita que sabías que haría aunque dijera que hoy no...
Faltaste a todas tus promesas menos una, y es que no te encuentran mis bolígrafos y pinceles, no te describen mis líneas y no apareces ya entre renglones... Pero jamás dejarás París vacío de tu paso, porque cada luna llena que ilumina la Torre Eiffel, se posa en tu obra maestra y el mundo te contempla sin saberlo, te alaba sin mirarte y se hacen canciones de amor en tu penumbra.
Y me pregunto si fui la única a quien volviste loca o quedan aún artistas tratando de encontrarte entre los barrotes fríos de aquella ilusión óptica donde conseguiste hacer refugio en cada tormenta.
miércoles, 18 de septiembre de 2019
Microrrelato - Fugaz
Vino con la esperanza en los talones y un par de versos de más en la guantera. Perdida, apagada y confusa, fue haciéndose sendero entre batallas perdidas y acabó sonriéndole a los desconocidos para sobrevivir con su propio olvido.
lunes, 16 de septiembre de 2019
Entre los pliegues
Cada vez que miraba aquel hueco en la pared,
veía su sombra reflejada en el pasado,
los años perdidos contemplando lo que pudo ser,
el reloj de cuco riéndole los silencios callados...
Cada vez que abría las ventanas,
levantaba el polvo de la ausencia,
el recuerdo maldito de un fantasma ajeno.
Dejó de entreabrir las persianas, para no dejar pasar la luz.
Apagó las velas del altar que nunca quiso que construyeran
y habría desenterrado sus cenizas de haber encontrado el cementerio
entre las esquelas polvorientas del viejo mueble del salón.
Abandonó la casa sin recoger su maleta,
sabiendo que allí no había nada más que un rancio perfume.
Rompió los pobres lazos que aún la unían a su nombre...
Hizo todo lo imposible por empujarse a avanzar
y seguir haciendo camino, pese a no haber vuelto a ver el norte.
Pero no pudo olvidar su tiempo infinito
entre las paredes malva de su piso piloto.
En sueños aún enciende las luces de la habitación del fondo,
recoloca los cojines del sofá con un té caliente en las manos
y escucha atenta cómo se abre la puerta cuando ella vuelve del trabajo
para lanzarse a sus brazos y apagar el mundo por un segundo.
Y aunque ya nadie recuerda que solía oler distinto,
ella guarda su tacto entre los pliegues de sus párpados,
para recordar las promesas que se hicieron a oscuras
sin importar el tiempo que pase
o la pena que trate de posarse en sus lagrimales.
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Volver
Volver, regresar, reencontrarse...
Desempolvar la rutina de lo que fue tu pasado
y notar que todo está igual
solo por un segundo.
Aunque sepas que hay algo que falta,
y su ausencia te grite en cada esquina.
Pese a ver que ya no hay vida
en el rincón que iluminabas
y sólo queda la sombra
del brillo que solía rebosar en tu refugio.
Saborear la vida que tenías,
antes de mirar tu vieja habitación
y admitir
que ya no es tu rincón del mundo.
Volver,
a veces simplemente volver,
empaparse de lo que dio forma a tus piezas,
es lo que te abre los ojos
para enfrentarte al vacío
y empezar a crear de la nada,
tu pedazo del todo.
Desempolvar la rutina de lo que fue tu pasado
y notar que todo está igual
solo por un segundo.
Aunque sepas que hay algo que falta,
y su ausencia te grite en cada esquina.
Pese a ver que ya no hay vida
en el rincón que iluminabas
y sólo queda la sombra
del brillo que solía rebosar en tu refugio.
Saborear la vida que tenías,
antes de mirar tu vieja habitación
y admitir
que ya no es tu rincón del mundo.
Volver,
a veces simplemente volver,
empaparse de lo que dio forma a tus piezas,
es lo que te abre los ojos
para enfrentarte al vacío
y empezar a crear de la nada,
tu pedazo del todo.
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