jueves, 24 de julio de 2014

Puto duendecillo cafeinómano



[Para empezar, este relato no es mío, la autora, como podéis ver es Selene. Resulta que esta chica ha decidido retarme a partir de una entrada que yo pubiqué (ESTA). A cambio de este relato que ella ha escrito, me ha hecho un dibujo para que yo escribo a partir de él, cuando lo acabe de escribir, lo subiré al blog y espero que os guste.
Disfrutad del relato]


Y allí estaba yo, sumida en mis propios pensamientos, mis propias dudas, sumida en mar de pensamientos contradictorios que me empujaban a caminar en direcciones  opuestas.

Ante semejante lío mental que se me planteaba. Empecé a no distinguir entre la buena y la mala vida, el bien y el mal, lo racional y lo irracional y a caer en una espiral que me hundía más y más en un foso sin fondo, llegando a un punto en que lo único que me calmaba, era el amor que no tenía.

Cierto día, estando yo en el bosque desempolvándome de tanto  encerramiento en casa, me encontré con un duendecillo que se quedó mirándome.

Sus grandes ojos azules se clavaron en mí inspeccionándome completamente, sus labios dibujaban una sonrisa falsa y diabólica como la del Jocker, un peto verde con camisa blanca cubría su pálida piel, rompiendo la monotonía con unas mejillas exageradamente rosadas, por último, un gorro rojo fuego terminado en punta coronaba su cabeza.

Cuando término de inspeccionarme, torció la cabeza dejando soltar una sonrisilla irritable  y se puso a correr. No sé por qué, algo me impulso a correr detrás de él como alma que lleva el diablo. ¡Y cómo corría el condenado! parecía una ardilla encafeinada.

Se paró de súbito ante un muro, chasco los dedos y dos grandes piedras se abrieron para dejar a la vista una oscura cueva.

El duende hizo un gesto con la cabeza para invitarme a entrar en ella, y corrió de nuevo nervioso hacia el interior.

Yo exhausta ya, empecé a correr detrás de él gritando que se parara, que no podía más. Pero cada vez que le soltaba una reprimenda, él empezaba a correr más rápido y se reía de mí.

Frenó en seco ante otro muro, esta vez cogió unos polvos que tenía alojados en un pequeño saquito colgado de la cintura y sopló hacia el muro. Otras dos grandes puertas se abrieron, para dejar de nuevo paso, increíblemente nos encontrábamos dentro de una gran caverna, con un agujero en el techo donde pasaba la luz del exterior, el aire y el oxígeno

La caverna estaba llena de pequeñas casas dispuestas una al lado de la otra formando una circunferencia que recorría toda la caverna, como un gran pueblo en miniatura, por donde un centenar de duendes correteaban a sus anchas.

A lo lejos, más o menos en el centro de la caverna, se veía un edificio grande y majestuoso, así como un castillo.

Atónita ante semejante espectáculo, mi boca quedo abierta largo rato.
 
El duende tiro del bajo de mi pantalón para sacarme de mi embobamiento y me guió hasta el centro del pueblo, donde se encontraba el castillo.

Pude mirar por el camino, que no sólo había duendes allí, había todo tipo de seres mitológicos que se disponían en círculos desde la entrada del recinto hasta el centro.
 
Llegamos al majestuoso castillo, más grande y más majestuoso, de lo que se podía percibir desde lejos.

Dentro nos recibió un ser extravagantemente  grande y que irradiaba fuerza, seguridad y poder.

Era hermoso cual obra de arte tallada en fino lienzo, sus cabellos morenos y largos alcanzaban tímidamente sus hombros, sus ojos ámbar te hipnotizaban, y a su espalda, nacían dos grandes y magníficas alas blancas.

Clavó sus ojos color ámbar en los míos y empezó a andar a mi alrededor con un porte y unos pasos propios de un bailarín.

Finalmente se detuvo frente a mí, y me dijo:

- ¿sabes dónde se esconde la felicidad? La felicidad reside es tu interior. Si tu interior no está feliz, tu exterior jamás estará feliz, así que recuerda esto.
-"vive y deja vivir"
-" trata a las personas siempre como quieras que te traten a ti"
Desecha a los que no cumplan este pacto, no te traerán más que problemas.
-" haz siempre lo que creas que es correcto y no te arrepientas nunca de lo que hiciste"
- Y sobre todo, "curte tu alma, tu cuerpo y tu mente, siéntete orgulloso de lo que haces, y no te rindas nunca"
Ahí reside la felicidad

Un mareo inundó mi cuerpo y mi mente. Me desmayé y caí súbitamente en aquel lujoso suelo, lleno de hermosos dibujos que encerraban mensajes ocultos.

No sé cómo paso, pero desperté en mi habitación un tanto confusa y desorientada. Cuando trate de explicar lo que me ocurrió, todos me tomaron por loca y lo achacaron a un mal sueño. Pero yo sé que es real, yo sé que fue real. Y que esas palabras guiarán mi destino, mi vida y mi felicidad, hasta el fin de mis días.


      ~ Selene ~       


*Nota:  el texto está escrito con un móvil, así que si hay algún error, es entendible, ¿no?

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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo:

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