Resulta que en uno de esos días emotivos, en los que, por alguna razón, estás más sensible que de costumbre, alguien me preguntó que por qué lloraba. Bueno, pues aquí tienes la respuesta...
Lloro
porque quiero verla sonreír,
porque quiero que me recuerde
que no necesita que la protejan,
porque quiero ser su paño de lágrimas
y estar siempre seca,
y que no me necesite...
Se me eriza la piel
porque me jode no verla,
porque quiero que sea su nana
la que me duerma esta noche,
porque quiero ser yo quien la arrope
mañana,
y al día siguiente,
y al siguiente.
La admiro
porque me ha enseñado
lo que es ser fuerte,
porque no se cansa nunca
de luchar por lo que quiere,
porque no hay nadie como ella.
Lloro
porque quiero ser yo
quien llore sus penas
y no dejarle ninguna a ella.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: