Relaja los brazos,
déjate caer en un lecho
de blancos pétalos de rosa,
saborea la caricia oculta,
el verso escondido,
la mirada callada…
Olvídate de la noche,
que se quede con sus cuentos,
con sus mentiras,
sus falsos abrazos,
sus sueños imposibles…
No salgas ahí fuera,
no te dejes ver,
que no rompan tu sonrisa
de infantil ignorancia,
no lo aprendas por las malas…
Olvídate del cariño,
que le vaya a otra con sus trucos,
con sus juegos,
sus escusas
y sus besos,
impunemente robados…
Que no te extrañen,
cuando faltes, que no duela.
No seas tú, no existas,
nunca debimos salir
del mito de la caverna.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: