Fracasar,
cada segundo,
porque nos tapáis los ojos
en vez de alumbrarnos el camino.
Nos enterráis entre herramientas obsoletas,
materiales oxidados,
técnicas... sin manual de instrucciones.
Y esperáis que entendamos en 10 días,
lo que no se ha descubierto en 200 años.
Si la historia está para aprender de ella,
¿por qué me haces volver al inicio cada día?
¿Cómo voy a ganar la carrera
si al cogerte el relevo
tengo que volver a la salida
y chocarme con las mismas vayas que tú has ido derribando?
Y tal vez sea culpa mía...
porque sí, me he cansado.
Me he cansado de estrellarme contra tus muros,
de que cambies el laberinto en cuanto me abro paso a la salida,
de ser tu rata de laboratorio y tu sujeto de pruebas,
de que me busques las taras, para asediarme con ellas.
No, ¡esto no es lo que he firmado!
Yo no te he dado permiso para utilizarme,
te he pedido una guía
para aprender lo que aseguras que ya sabes.
No soy tu juego de invierno,
si te pesan los galardones que te regalas
quítate el traje de intelectual
y actúa
como si fuéramos simplemente humanos.
Ahora que he superado tus trampas,
que me he librado de tu laberinto,
sólo quiero dejar atrás tus programas.
Y resulta que es hora de dar yo la lección,
y tu ejemplo
no es más que una idea
exacta, precisa y concreta
de qué es
lo que no se debe hacer.