Cap. 3
Me obligué a asistir a las clases
que me quedaban cuando el timbre me hizo despertar del estado de trance en que
sus ojos me habían dejado. El día trascurrió con normalidad y tras explicarle a
Natasha parte de lo que había pasado, me sentí algo menos confusa, aunque en mi mente seguían
sucediéndose las imágenes del recreo.
Una vez en casa, me tumbé en la
cama y repasé lo sucedido en el día. Suspiré hondo y me acomodé en la almohada,
al hacerlo, vi mi portátil encima de la mesa y me vino a la mente su última
frase “sigamos siendo amigas… por lo
menos en tuenti”. Cogí el portátil y entré en la página esperando que
hubiese sido una especie de mensaje subliminal o algo así.
Como era de esperar, no había
ningún mensaje, código, imagen… Me decepcioné por un momento por haberme creído
tan importante. “Has visto demasiadas
películas, Sandra” me regañó de nuevo mi subconsciente. Ya que no tenía
mensajes, decidí echar un vistazo por las fotos antiguas y vi una que me llamó
la atención.
Como ya dije, el sábado que había
quedado con ella, la había visto en mis sueños. Cuando lo soñé, no me di cuenta del lugar en el que
estábamos, pensé que sería cualquier paisaje de película o algo así… Pero no,
volviendo a mirar la foto me dije “Es
ese, es ahí”. Cada vez que miraba la foto, una Lorena sonriente me miraba
desde la hierba de un parque, rodeada de árboles y claroscuros que acentuaban
el bronceado de su piel en verano. Era la única foto que teníamos juntas, de
antes de esos nueve meses que había pasado con Pedro, cuando no sabía si era o
no lesbiana y me había pedido consejo a mí para averiguarlo…
Ciertamente, no sé cómo pude no
reconocer el sitio. Fue lo mejor del tiempo que estuvimos juntas, las imágenes
de aquel día habían estado rondando mi cabeza desde el primer momento, en que
me llamó para quedar el sábado y ponernos al día.
Ese día (en el que sacamos la
fotografía) Lore me había citado a la puerta de mi casa para darme una
sorpresa. Cuando abrí la puerta, la vi con una mochila a la espalda y una
sonrisa de oreja a oreja. Recuerdo haber preguntado si necesitaba yo llevar
algo, pero ella me había cogido de la mano, nos habíamos dirigido corriendo a
aquel parque y me había besado bajo un árbol alumbrado por el sol. (Creando
aquella imagen que siempre me había encantado, desde que, de pequeña, creía que
pequeños seres mágicos eran los responsables de aquellas luces que se sucedían
entre las numerosas hojas y el tintinear de las mismas al soplar el aire). Luego
había tendido una toalla en el suelo, me había pedido que me tumbara y había
puesto música relajante. En ese momento, viví la experiencia más cursi de mi
vida, cuando me quitó la camiseta y empezó a darme un tranquilo e inocente
masaje que me dejó casi dormida, embriagada, en parte por su perfume y la
suavidad de sus manos sobre mi espalda. Nos habíamos quedado en ese parque
sentadas, riendo y besándonos toda la tarde en una escena digna de película.
Volviendo a la actualidad, decidí
que tenía que llevar a cabo un plan. Quizá ella hubiera dicho que seríamos
amigas, pero ahora que sabía que estaba soltera, iba a recuperar ese momento,
iba a devolverle el mejor día de mi vida… Decidido
…
Una semana después
Estábamos de nuevo a viernes, Lore
y yo habíamos estado mandándonos mensajes por tuenti y no había pasado ni una
noche sin que no nos hubiésemos despedido y deseado felices sueños. Yo estaba
contentísima, las clases se me pasaban volando y nada conseguía enfadarme, todo
estaba saliendo según lo previsto.
-
San, asquerosa – la voz de Natasha llamándome
desde el banco era inconfundible - ¿sigues con tu buen humor?
-
Hola, rubia. Sí,
cada día es mejor, ¿por qué, necesitas un poco de positivismo?
-
Muy graciosa, Ms Poppins. Lo digo porque el de
gimnasia piensa hacernos hoy el test de Cooper – puso una muesca de asco ante
la idea del ejercicio
-
¿Cómo lo sabéis? – Natasha se limitó a mirar a
Rosa.
-
Me lo ha dicho Carmen, la del C. Ya le ha hecho
el test a todas las clases menos a la nuestra – Rosa era la mejor de la clase,
sobre todo, a la hora de enterarse de las cosas, siempre tenía contactos en los
otros grupos y compartía la información con nosotros.
-
Está bien, chicas, nos hará el test… ¿y qué? Sois
las que más corréis, incluyendo a los chicos, ¿en serio os asusta ese
ejercicio?
-
Dios, San. Cuando te pones tan positivamente
sensata…. No te aguanto
-
Jajajaja pues acostúmbrate, porque sabes que
tengo razón, rubia.
-
Pues a mí me encanta ese positivismo, anda a ver
lo que te dura con el profesor de lengua…
Entramos en clase riéndonos y
haciendo bromas sobre César, el profesor de lengua, porque era un pesado que
siempre encontraba alguna razón para meterse con nosotros o mejor dicho, con nosotras.
La clase no fue mal del todo, un
par de broncas por llegar tarde, corregir los ejercicios y mandar ejercicios
nuevos. Al salir, Carmen y Natasha casi estaban decepcionadas por la falta del
debate que solíamos presenciar en aquel aula… yo me alegraba, me había
propuesto pasar esa mañana sin preocupaciones, así que las animé con la
posibilidad de discutir en la siguiente, todos reímos y fuimos sonrientes al
aula de historia.
En mitad de la clase, vibró mi
móvil y no pude contener una sonrisita burlesca, esperaba que fuera un mensaje
de Lorena. Ocultándome un poco debajo de la mesa, saqué el teléfono y leí el
último mensaje, enviando mi respuesta al segundo:
-Hola, pequeñaja, ¿te hace un café a la salida?
-Sabes que sí, ¿dónde siempre?
Se me hizo eterna la clase
esperando oír el timbre, en cuanto sonó salí disparada. A última no tendríamos
clase porque el profesor estaba de excursión con los del curso anterior, así
que me deshice como pude de las escaleras para dejar atrás el edificio, cogí la
bici y puse rumbo, lo más rápido que pude, hacia el bar de la esquina.
…
Como esperaba, Lore ya estaba en
la mesa de siempre esperándome. Me senté en la silla de enfrente a ella y me di
cuenta de que ya había pedido por mí.
-
Siempre igual, ¿quieres dejar la bici en la
farola?
-
¿Por qué cambiar las costumbres?
-
Ay! La juventud… - ambas nos reímos de aquel
comentario, entonces Lore se levantó y llevó la bici a la farola detrás de mí.
Al hacerlo aprovechó para darme un cariñoso abrazo por la espalda y susurrar su
siguiente frase al borde de mi oreja – ¿voy a tener que castigarte? – Me giré,
agarrándola la cabeza para que no se apartara y puse mi mirada de seductora…
-
Puedes intentarlo… ¿has traído las cadenas? –
volvió a su silla y por el camino amagó darme un beso
-
Ya te gustaría, enana.
Nos reímos las dos y seguimos
hablando de las clases y qué tal nos había ido el día. Me contó que había
sacado un notable en lengua y me agradeció haberle ayudado en su trabajo de
inglés.
Era fácil estar con ella, ninguna
lo habíamos hablado, pero seguíamos siendo amigas y era genial estar juntas.
Nos compenetrábamos, nos lo pasábamos bien y no había ningún tabú o tema que
nos hiciera sentir incómodas. Podíamos ser nosotras mismas y eso era suficiente
para ambas.
Llegó el momento de despedirse,
recogimos nuestras mochilas, pagamos la cuenta y nos dimos dos besos. Nos
estábamos marchando cuando dijo:
-
Oye, tengo examen de inglés en unos días, ¿me
echas una mano?
-
Eso está hecho, ¿en mi casa a las 6?
-
Gracias, pequeñaja, ¿qué haría yo sin ti?
-
Supongo que nada… te morirías si no pudieras
estar conmigo…
-
Como que tú no, ¿verdad?
-
¿Y de quién me iba a reír yo?
-
Eres una perra
-
Mmm bien que lo sabes tú
-
Como que a ti no te mola... jajaj
Me lanzó un beso, sonreímos y nos
despedimos hasta la tarde. Finalmente cogí la bici y me dirigí hacia casa con
una sonrisa imborrable en la cara. Estaba casi llegando, cuando vi de lejos a
la rubia y decidí dar un sprint para alcanzarla.
-
¿Qué pasa, Natasha?
-
¿Cómo es que aún no estás en casa?
-
Me he entretenido con una amiga
-
¿Por qué no te quedas a comer conmigo y me lo
explicas mejor? Así me cuentas por qué estás tú tan feliz últimamente
-
No sé yo… tendría que llamar a mi madre
-
Tengo macarrones con orégano y queso… Y mi madre
ha preparado salmón…
-
Vale, jejeje, me has convencido. Espera que
aviso de que no me esperen en casa
No era la primera vez que me
quedaba a comer con Natasha, así que mi madre no se opuso. Aprovechamos para
ver los nuevos capítulos de las series que nos gustaban, practicar un poco con
la guitarra y ponerla al día con respecto a Lorena.
-
Pero entonces, ¿ahora qué sois? – quiso saber
Natasha
-
Amigas, claro
-
Venga, ¿solo amigas? Pero si estás colada por
ella… y ella por ti
-
No sé a qué te refieres. Es mi amiga, como lo
eres tú ¿qué hay de raro?
-
Pero ¿lo habéis hablado acaso?
-
Pues no, esas cosas no se hablan. Tuvimos
nuestro momento y lo dejamos pasar, las cosas están bien como están ahora.
¿Acaso tú no me ves feliz?
-
¿Feliz? Estás radiante, pero precisamente por
eso, ¿a ti ya no te gusta?
-
No
-
Bueno, tú sabrás, es tu vida
-
Eso mismo digo yo, jejeje. A ver si te echas un
novio y así dejas de meterte en mi vida personal…
-
Eres imbécil – me dio un empujón que casi me
caigo del sofá, se lo devolví y seguimos debatiendo de Harry Potter y El señor
de los anillos.
Dieron las seis menos diez y me
despedí de Natasha. Cuando llegué a casa, Lore ya estaba en la puerta
esperándome para la clase de inglés, así que entramos juntas, directas a mi
habitación. Tuve una pequeña charla con mi madre, que se había enfadado un poco porque aún no
me había visto en todo el día y ahora que iba a casa, me metía en mi habitación
con Lorena para estudiar. Habría
rebatido el que dijera ese estudiar
con tono irónico, pero Lore salió del baño y decidí dejarlo pasar y centrarme
en las dudas que me fuera a preguntar sobre su examen de inglés. Al fin y al
cabo, mi madre no lo hacía con mala fe y no quería discutir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: