Cap. 4
Despejé la mesa dado que la tenía
tan llena de trastos como de costumbre. Saqué otra silla para Lore y esta tiró
literalmente sus libros contra el escritorio. Cogí uno de ellos y lo ojeé un
poco por encima esperando que tuviera preguntas sobre temas concretos.
-
¿Por qué tema os llegáis?
-
Pues entra desde el 1 hasta el 8, ya sabes cómo
es esto del inglés
Revisé los últimos temas, puesto
que los seis primeros ya se los había explicado. No eran temas difíciles:
pasiva y estilo indirecto. Nunca le preguntaba sobre el vocabulario, así que
los temas solían reducirse a un par de ideas esenciales.
-
¿Es esto lo que no entiendes? – señalé en el
libro de texto el cuadro de las pasivas y Lore asintió – Vale, pues te lo
explico que es muy sencillo.
Tenía ya práctica ayudando a Lore
con el inglés, así que use el truco de la comparación al español que era el que
más rápidamente entendía (no quería fallarla, pero en aquel momento quería
hablar con ella, no ser su profesora). Unos 20 minutos después ya habíamos
acabado, por lo que guardó los libros y sus nuevos apuntes y se tumbó en mi
cama con un hondo suspiro.
-
Ya solo queda memorizar un par de verbos… Qué
alivio – se irguió en la cama, como si esta quemara - ¿Cómo es posible que me
resulte tan fácil si eres tú quien me lo explica?
-
Jejeje Supongo que sea porque conmigo tienes
confianza… - miré el suelo, la conversación con Natasha me vino a la cabeza,
quería hablar de ello, pero no quería estropear la amistad que teníamos. – oye,
Lore… - me senté en mi cama junto a ella – sé que no quieres, pero ¿no
deberíamos hablar?
-
¿De qué quieres hablar? – se había puesto a
jugar con un mechón de mi pelo, me limité a mirar hacia esa dirección
-
Pues… de esto.
Dejó caer el pelo entre sus dedos
y se quedó mirándome. Nos quedamos así un rato y no aguanté más, había sido
mala idea querer dar el primer paso, pero no había marcha atrás y tenía que
remediarlo como fuese.
-
No puedo ser yo quien te explique siempre el
inglés, llegará algún día en que yo o esté. Jejeje – era buena forma de salir
del paso ¿no? Fingir referirme a otra cosa…
-
Eres idiota – me dio con la almohada – me habías
asustado, asquerosa. Eso no se le hace a una amiga.
-
Y ¿por qué te habías asustado? Eres una nenaza –
le devolví el almohadazo y ambas reímos.
-
Que una amiga te diga que tenéis que hablar
nunca es bueno, so perra!
-
Jejeje ¿y eso por qué? ¿Acaso has hecho algo
malo? – levanté una ceja y sonreí para acentuar la insinuación
-
Quizás lo haga – Me siguió el juego ella y
tumbándose sobre mí me juntó las manos por encima de la cabeza - ¿qué? ¿sigo
pareciéndote una nenaza?
-
Jejejeje serás boba! Anda quítate de ahí si no
tienes narices a seguir - ¿Bromeé? La verdad es que no lo sé.
-
Ahora verás
Hizo amago de quitarse la
camiseta, pero antes de que lo hiciera se echó a reír y empezó a hacerme
cosquillas. Pronto empezamos una guerra de cosquillas, almohadazos, algún pellizco
e incluso algún tirón de pelo…
Seguimos con la tontería gran
parte de la tarde; jugando, haciendo bromas… Tanto hicimos el tonto, que, al
tumbarnos en la cama, Lore no tardó en dormirse. No quise despertarla, así que,
con cuidado, le quité los zapatos y acomodé la sábana para que no cogiese frío.
Irrefrenablemente, me la quedé mirando… Estaba tan guapa y tranquila… Se giró
para colocarse en posición fetal y me abrazó como si fuera su peluche, traté de
zafarme, pero me agarró con más fuerza contra su pecho. Decidí dejar de
resistirme y dormir un rato con ella. Puse el despertador para 45 minutos
después y me acomodé como pude bajo su brazo.
Estaba agotada pero no podía
dormir, simplemente la miré dormir a ella. Quise acariciar su pelo, parecía tan
frágil y tan feliz… como un bebé al que llevas tratando de dormir un rato y lo
ves allí, tirado en la cuna con su mantita en la mano y rodeado de juguetes… Refrené
esos impulsos por miedo a despertarla, pero sí devolví su abrazo para estar más
cómoda.
Así estábamos cuando sonó el
despertador, Lore miró la hora y se fue a su casa sin apenas cruzar palabra
conmigo y yo… Bueno, yo me quedé allí aguantando la bronca que mi subconsciente
me tenía preparada:
¿Qué crees que haces? No eres capaz de hablar con ella pero te quedas
dormida viéndola dormir… No hay quien te entienda, chica. Esperemos que no la
hayas liado con Lore… ¿En qué estabas pensando? Ahora pensará que os habéis
acostado y pondrá tierra de por medio... Porque no habéis hecho nada ¿vedad?
¿No habrás sido capaz de cagarla hasta el fondo, no?
Una vez sola en casa, tras la huida de Lore
(porque no podría definirlo de otra forma) pensé en lo rápido que habían
cambiado las cosas entre nosotras dos. Esa misma mañana estábamos haciendo
bromas sobre estar juntas y ahora había huido de mi lado como si fuera a
contagiarle algo. Me dio pena, sobretodo porque sabía que mi Pepito Grillo tenía razón y Lore
pensaría que… bueno, ya os lo imagináis. Quise desconectar de ello mientras no
pudiera hacer nada, así que me quedé haciendo los deberes y jugando al
ordenador hasta que llegó la hora de dormir y volví a meterme en la cama que,
para mi desgracia, aún tenía su perfume e hizo que no pudiera quitármela de la
cabeza en toda la noche.
…
Mientras tanto, en casa de Lore
Las casas estaban algo lejos la
una de la otra, así que había tardado un rato en llegar. Había entrado
directamente a su habitación, no quería tener que aguantar a nadie de su
familia en aquel momento.
Lore tuvo que abrir la ventana
para que entrara algo de aire, su cuerpo aún ardía por la proximidad del de
Sandra. Era consciente de que no había sucedido nada, pero el deseo le quemaba
por dentro y, si no había sucedido nada, había sido por el esfuerzo que ella
había hecho tratando de contener los deseos que se acumulaban en sus entrañas
desde el primer beso que Sandra le había regalado.
Recordó la conversación que
habían tenido después de la clase de inglés y se arrepintió de haberse hecho la
tonta cuando Sandra trató de hablar de aquello. Al igual que ella, Lore se
había planteado varias veces qué pasaría entre las dos, pero daba por sentado
que a Sandra no le interesaba volver a intentar nada con ella. Al fin y al
cabo, ese tren ya había pasado y Lore lo había perdido, o al menos, eso creía.
Se dio cuenta del salto que había
dado al huir de lo que sentía y pensó que Sandra debía de estar bastante
descolocada y, conociéndola, culpándose por todo.
-
¿Por qué tiene que ser tan complicado? ¿No
podría simplemente ir y decirle a la cara lo que siento? Odio ser adolescente,
de adulto esto es más fácil.
-
No lo creas, cariño, a nosotros también nos
cuesta expresar nuestros sentimientos, aunque te parezca mentira.
-
¡Mamá! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
La madre de Lorena había visto
entrar a su hija corriendo y, preocupada, le había seguido a su habitación para
tratar de ayudarla. Desde el marco de la puerta había observado a su hija abrir
la ventana, respirar hondo, tumbarse en la cama, llorar un poco y, finalmente,
romper en aquella pregunta retórica.
-
Lo necesario para saber que algo te pasa
- No me pasa nada, solo me desahogaba – A Lore
nunca le gustó que entrasen en su habitación y menos, que la escuchasen a
escondidas
-
Si tenías que desahogarte, por algo sería, ¿no
crees?
Lorena asintió, su madre siempre
tenía razón, lo odiaba. Siempre le había contado las cosas, pero no estaba
segura de que se fuera a tomar bien que su única hija fuese bollera, así que
había preferido guardar ese quebradero de cabeza para sí misma.
-
Mamá, no es nada, cosas de adolescentes… solo
quiero estar sola.
-
Está bien, pero si me necesitas sabes que puedes
contar conmigo – Besó la frente de su hija y cerró la puerta al salir.
Esa era la mejor cualidad de su
madre, siempre estaba cuando la necesitabas, pero te daba tu tiempo para que
decidieras tú si querías o no su apoyo.
Lorena, ya más calmada y aprovechando
que no había clase al día siguiente, se tumbó en la cama, y cogió un libro
antes de dormir. Ya mañana llamaría a Sandra para pedirle disculpas, al fin y
al cabo, con lo nerviosa que estaba en ese momento, no habría sido nada
productivo…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: