No te extrañes si me rindo,
si decido dejarlo atrás,
si no vuelvo mañana a primera hora.
Pues cuando se pierde el ancla
el barco zarpa a la deriva,
y no hay ola que se apiade
y lo deposite en la orilla.
Ya que en este oleaje intenso que es la vida
sólo encuentran reposo los fantasmas,
¿tan raro es que quiera serlo?
¿Qué este barco huya inquieto entre las aguas?
No te extrañes si me rindo,
y decido que ya no merece la pena
ser el único pez de este riachuelo.
“Mañana será un nuevo día”
pienso cada madrugada,
ansiando que me dé fuerzas,
pero nada…
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: