jueves, 29 de mayo de 2014

La mente lo sabe - cap. 6


LA MENTE LO SABE
Una niña pequeña puede crecer, un árbol dar fruto, un animal morir, pero todos tienen una historia que contar, una vida (corta o larga) que narrar antes de viajar a otro mundo. Mónica contará su historia y nos introducirá al mundo de la belleza, a la destreza total de lo natural y a los secretos de la mente. Bajo la mirada y la protección de Shrilka, Mónica luchará por un motivo justo: volver a casa.


Capítulo 6 – Sortlain

-     ¿Shrilka? ¡Shrilka! ¡Shrilka! Más te vale tener una razón muy buena para no contestarme, grandullón… - la angustia se apoderaba por momentos de Mónica.
-     Déjale, enana, estoy segura de que si no contesta es por algo realmente importante, ya le conoces.
-         ¿Y se te ocurre algo? – Esta vez su voz dejaba ver una gran desesperación ante la idea de que Sharick pudiera saber algo que explicara la situación
-         Tengo una teoría, pero espero equivocarme.

Las dos chicas estaban en una posición defensiva, presintiendo un ataque próximo y listas para combatir, aunque la visibilidad fuera nula. De repente, una sombra pasó fugaz por delante de sus miradas, Sharick fue la primera en reaccionar sacando una especie de bola de energía de la mano derecha.

¿Cómo ha hecho eso?  Se preguntó Mónica al verlo, lo cual fue suficiente distracción para que la sombra de antes pasara a su lado provocándole un corte poco profundo a la altura del hombro.

-         Pensé que sabías combatir, enana – chilló una desquiciada Sharick que, claramente, sabía lo que estaba atacándolas.

Ese grito despertó a Mónica e hizo que adoptara una postura de ataque.

-         Sí, pero me ha pillado por sorpresa… - miró a la maestra del Kia – no volverá a ocurrir.
-         Más te vale – relajó la voz, sabía que era su primera batalla - ¿Te enseñó Shril a luchar con los ojos cerrados?
-         Algún ejercicio hicimos…
-         Bien, toma – le lanzó un trozo de tela que se había arrancado del traje – tápatelos. ¡Ah! Y no te cubras la herida del corte, se curará sola en un par de horas
-         ¿Cómo…?
-         Ahora no, luego te lo explico.

Mónica obedeció sin hacer más preguntas. Una vez con los ojos cerrados, empezó a abrir la mente y los oídos como Shrilka le había enseñado.

Giró a su izquierda a gran velocidad, alertada por un pequeño aleteo, justo a tiempo para esquivar un nuevo golpe, tras lo cual, pudo golpear a su atacante con el codo.

-         Buenos reflejos

Por su parte, Sharick estaba luchando cuerpo a cuerpo con el otro ser, a quién tenía cogido por la cabeza y se disponía a darle una buena patada en el vientre. El bicho se movía con fiereza para zafarse de los fuertes brazos de la maestra, quien también había conseguido disminuir la velocidad de su víctima por medio de su magia.

En cuanto consiguió asestar aquel golpe al ser que tenía entre los brazos, y otros cuantos puñetazos seguidos en la cabeza, el bicho salió volando con dificultad (debido a que la primera bola de energía de Sharick le había acertado en el ala, rompiéndola casi en dos), Sharick agradeció que Mónica no hubiera visto nada, porque no tenía tiempo de explicárselo si Shrilka estaba donde, o más bien con quien, ella creía.

Mónica, siempre guiada por su desarrollado oído, había conseguido provocar graves lesiones en su oponente, pero, al no saber la forma de este, estaba teniendo serios problemas para dirigir sus golpes de forma certera. Fueron varias las veces que su puño o su pierna, perfectamente tensados, habían asestado golpes al aire, provocándole un gran cansancio y algún que otro tirón que sabía le iba a pasar factura al día siguiente.

-         Mónica, escúchame, soy Sharick, siento entrar en tu mente, pero es necesario. – Mónica trató de responder, pero Sharick no le dejó – No hables, estás luchando contra un ser asqueroso al que no se puede matar, así que consigue romperle un ala y dale un fuerte golpe en el vientre, así se irá y dejará de molestarnos.

Sobra decir que Mónica siguió las instrucciones de su maestra y consiguió que aquel bicho saliera huyendo por el mismo camino que había tomado el rival de Sharick.

-         ¿Qué coño era esa cosa? – Dijo Mónica quitándose el pañuelo.
-         ¿Lo has podido ver?
-         No
-         Mejor
-      ¿Por qué? ¿Qué pasa? Odio que me oculten cosas, más aún si Shrilka no contesta a mis llamadas.
-         ¿Has vuelto a intentar localizarle?
-         En cuanto se ha ido el bicho ese
-         ¿Y bien?
-         Nada
-         Lo suponía
-         ¿Por qué?
-         No lo entenderías
-         ¡Los cojones! – frenó en seco, pues había estado siguiendo a Sharick mientras andaba hacia una colina cercana – Me lo vas a explicar ahora mismo, o de aquí no me muevo.
-         Si no te mueves, no encontraremos al alado y ambos moriréis – Dijo con voz seria y sin pararse.

En realidad Sharick sentía un gran cariño por aquella pareja, pero, en ese momento, no podía dejar que Mónica lo supiera, porque entonces tendría que explicar demasiadas cosas.

¡Cómo siempre! Siempre tengo demasiado que explicar, joder. Tenían que haberme concedido la petición, entonces no habría nada que explicar porque ya lo habría aprendido… Pero bueno, ahora ya es tarde, así que habrá que hacerlo a su manera… ¡Aunque me reviente que tenga que ser así! – Pensaba Sharick cada vez que se veía en una situación como aquella. Entendía perfectamente las dudas de Mónica y compartía su actitud, pero no podían permitírselo, no ahora.


A todo esto, tras esa colina (al otro lado del valle), Shrilka mantenía su propio combate.

-         Hermanito, ya no te ríes tanto como antes, ¿verdad?
-         Te he dicho que no me llames hermano – rugió Shrilka
-         Lo soy, hermanito, te guste o no
-         No, Ransrik, yo soy Shrilka Sortlain
-         Jajajajaja ¿En serio te hiciste bautizar como un “nacido de la tierra”? Sabes tan bien como yo que eso no es cierto…
-         Claro que lo es, renegué de tu asquerosa y traidora estirpe hace años.
-         ¿Traidora? Bonerts, es una familia bella, hermanito
-         Sí, bella por fuera, pero, igual que una nuez podrida, por dentro sois repugnantes.

Ransrik rugió y golpeó nuevamente a Shrilka, como llevaba haciendo toda la conversación, “como castigo por renegar de su familia”

-         Vuelve a meterte con nuestro padre y haré Shrilky a la plancha para cenar.
-         Pues hazlo, al menos así tendréis algo que meteros en la boca tú y tu estúpido viejo.
-         Estás agotando mi paciencia, hermanito… - Sus fauces rechinaban de tanta ira contenida, pues no quería matarlo, aunque eso no le frenó de asestarle otro zarpazo en el costado ya ensangrentado.
-         Pues cumple tus promesas y acaba con mi vida si tienes lo que hay que tener
-         No creas que me  faltan ganas, pero padre no me perdonaría que matara a su hijo el pequeño
-         Hazlo entonces con más razón, porque yo no soy nada de ese despiadado asesino – consiguió entonces liberarse de la presa en la que Ransrik lo había inmovilizado, y asestó un zarpazo en la barbilla al desprevenido níveo dragón.
-         ¡Estúpido! No tienes nada que hacer contra mí, hermanito. – rugió un feroz Ransrik soltando una gran llamarada que no consiguió dañar a Shrilka
-         Sabes que ningún fuego puede herir a un Sortlain…

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