Ser parte de mi victoria,
pintar mi folio en blanco con trazos aleatorios,
darle un baño de color a la vida de mis sueños
y tatuarme las caricias
para no echarlas más de menos.
Decidí cuidarme.
Dejar de esconderme en escusas
y aprender a mirar al frente,
sin guardaespaldas,
afrontar los golpes hasta esquivar las balas
y bailar con el miedo
hasta dejarle sin palabras.
Decidí escucharme.
Volver a alzar la voz
tan alto como necesite
y dejarme de metáforas.
Agudizar el tímpano
y no hacer oídos sordos
cuando me grita el alma
que no es un chiste este cruel juego de cartas.
La vida sobre el tablero
y yo intentando echar faroles.
Decidí lanzar de nuevo,
reescribir las reglas,
ganar la mano,
seguir en el juego.
Decidí ganarme,
apostarlo todo a mi favor.
Decidí creer en mí.
Volví a ser fuerte.