viernes, 26 de diciembre de 2014

La mente lo sabe - cap. 11




LA MENTE LO SABE
Una niña pequeña puede crecer, un árbol dar fruto, un animal morir, pero todos tienen una historia que contar, una vida (corta o larga) que narrar antes de viajar a otro mundo. Mónica contará su historia y nos introducirá al mundo de la belleza, a la destreza total de lo natural y a los secretos de la mente. Bajo la mirada y la protección de Shrilka, Mónica luchará por un motivo justo: volver a casa.



Capítulo 11 – Un viaje al pasado

-         ¿Tienes claro lo que tienes que hacer?
-         Eso creo
-         Repasémoslo una última vez, ¿te parece?
-         Primero cojo el cuenco de roca-lava, me lo llevo a los labios y vuelvo a dejarlo en la marca a mi derecha; después, tú dibujas los glifos en mi cara y Sortlain purifica el espacio con su fuego de dragón; esto hace que el círculo sea sagrado y la diosa Cerno autorice el viaje. Por último…
-         El paso más importante, tú conexión mental con tu yo real
-         ¡Eso! – afirmó Mónica
-      Recuerda que tienes que centrarte en todos los aspectos que recuerdes de ti, pero en todos los que realmente sean ciertos, si no lo son, el viaje no se realizará.
-         Está bien, estoy lista, lo hemos repasado ya tres veces.
-         Muy bien, prosigamos, pues.

Kana empezó a pronunciar versos en el idioma de los dioses (según le habían explicado a Mónica), mientras la chica permanecía sentada en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda tensa.

-         Krua kia mogma tengu

Era la señal para que Mónica tomara el cuenco y comenzara a actuar. Se llevó el mejunje a los labios, lo dejó en su marca y siguió según lo planeado.

Llevaban casi media hora de ritual, Mónica sabía (o eso le habían dicho) que las conexiones mentales que intentaba realizar llevaban un largo proceso, pero, tras media hora, empezaba a tener sus dudas…

Shrilka volvió a purificar el lugar con su fuego, para mantener a Cerno interesada en el rito, cuando a Mónica se le quedaron los ojos en blanco y su cabeza se sacudió hacia atrás con fuerza.

-         Lo ha conseguido – decretó la chamana.

Se sentaron a derecha e izquierda de la joven para no cerrar la conexión y permanecieron en silencio, esperando a que Mónica volviese y les contara qué había visto.


Toru parecía preocupado, viendo cómo el cuerpo de Mónica convulsionaba cada vez con más violencia.

-         ¿No puedes, al menos, inmovilizarla?
-         No sin dañarle
-    Entonces será mejor que compruebe que las sujeciones de brazos y piernas resisten a las sacudidas sin hacerle daño.

Sharick hizo ademán de irse, pero Toru la retuvo

-         Si no mejora en un mes…
-         ¡No lo digas!
 -         Pero el dragón debería saberlo… - Toru mantenía un tono controlado de respeto
-         No está preparado
-   Esta humana… ¿no es sólo la compañera de Sortlain, verdad? Es… más importante ¿me equivoco?

Sharick no dijo nada, no podía, pero su mirada le dio a entender que así era. Finalmente, la maestra fue a ver si las correas que habían colocado en las extremidades de Mónica aguantaban su fuerza.

Al acercarse a la cama, vio cómo Shrilka seguía en la misma posición en la que había estado todo el día, desde que Toru le dijera que Mónica parecía más grave esa mañana.

-         Ella no se va a mover de ahí, Shrill, pero tú deberías salir a que te dé el aire.
-         No quiero separarme de ella, no ahora.
-         Lo sé, grandullón; lo sé… - acarició el ala plegada de su amigo.
-         ¿Qué opina Toru?
-         No me ha dicho nada nuevo
-         Sabes que puedo saber cuándo me mientes
-         Entonces… No me ha dicho nada que no supiera ya
-         ¿Tan grave está?

No contestó, bajó la mirada para no toparse con la del dragón, comprobó las sujeciones y se marchó

-         Entiendo… Saldrás de esta, pequeñaja, tienes que hacerlo.


Mónica despertó en la cabaña de Kana donde había pasado los últimos días, pero no había rastro ni de la chamana ni del dragón que decía ser su padre.

-         ¿Kana? ¿Shirka (o como sea que se pronuncie)?

Nada, nadie contestaba. Decidió salir fuera, quizás estuviesen recogiendo los utensilios que habían usado para el ritual. La verdad es que no se acordaba de haberlo acabado, pero ¿qué hacía en la cama si no?

Al salir, el frío se le coló en los huesos, la niebla lo cubría todo y no le dejaba ver más allá de su propias manos.

-         ¿Hay alguien ahí?
-         ¿Monésh?
-         ¿Por qué os ha dado a todos por llamarme así?
-         Porque ese es tu nombre. O lo fue, una vez

Era una voz estridente y demasiado burlona para el gusto de Mónica, lo cual le hacía desconfiar, sobre todo porque no era capaz de ver quién hablaba. Por el sonido, parecía que aquella voz estuviese rodeando a Mónica, como para verla entera, o tal vez, para despistarla, eso la ponía muy nerviosa.

-         ¿A qué te refieres? Yo me llamo Mónica, siempre me he llamado así
-         En cierto sentido, hasta tienes razón jijiji – se burló
-         ¿De qué hablas? ¿Por qué no das la cara (si es que tienes)?
-         Claro que tengo cara

Salió de entre la niebla, justo delante de Mónica, una chica exactamente igual que ella, pero con el pelo totalmente blanco y los ojos negros, como si solo tuviese pupila.

-         ¿Quién o qué eres?
-         Eso no importa, soy quien tiene respuestas, ¿sabrás hacer las preguntas?
-         ¿Sigo viajando? ¿Es esto de lo que hablaba Kana?
-     Preguntas equivocadas, pero por ser tú te responderé… No sigues viajando, has llegado al destino
-         Entonces tú eres Cerno –interrumpió
-         Ese es uno de mis nombres, sí.
-         Y además pareces saber quién soy, ¿no es así?
-         ¿Es esa tu pregunta?
-         No, perdón, Kana dijo que fuese directa, mi pregunta es: ¿quién soy y a dónde pertenezco?
-       Sabias preguntas… Eres Monésh, tu destino está por determinar y no es mi trabajo revelártelo, pero puedo hablarte de lo que te rodea, si es lo que deseas.
-         Sí, es lo que deseo
-         Está bien – empezó a relatar la historia de Mónica desde su encuentro con Shrilka y la vida que tenía en el mundo real
-         Genial, ahora entiendo de dónde vengo, pero… ¿Qué hacía en la tribu de los Sortlain?
-         Tuviste una gran batalla
-         Con Ransrik, ahora lo recuerdo… entonces… ¿perdí? ¿Es esto la muerte?
-         Jejejejeje. No, pequeña, no estás muerta, al menos, aún no
-         Y ¿cómo vuelvo a casa? ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué es eso de AÚN no?
-      Demasiadas preguntas, solo una cosa más puedo decirte: cuando vuelvas con Kana, pídele un espejo

Y desapareció, Mónica trató de decir algo más, pero no lo consiguió. Todo se volvió blanco, perdió algo de fuerza y, cuando reabrió los ojos, Kana y el dragón estaban mirándola, esperando que les contara qué había pasado.

-         ¿Y bien, pequeña, viste a Cerno?
-         Eso creo
-         ¿Y qué te dijo?
-         No tiene sentido
-         Nunca lo tiene, al principio, ¿qué te dijo?
-         Que te pidiera un espejo
-         ¿Fueron esas sus palabras textuales?
-         Esto… no… dijo: “solo una cosa más puedo decirte: cuando vuelvas con Kana, pídele un espejo”
-         Ahora tiene más sentido – Sonrió Kana
-         Perdona, pero.. ¿qué sentido tiene?
-       Sortlain, ven conmigo; Moné.. Mónica, ve a la cabaña, descansa un poco, mañana hablaremos de lo que ha pasado y buscaremos la forma de levarte a casa – Por alguna razón, ese “a casa” había sonado diferente.


Shrilka seguía velando el sueño, ahora más calmado, de su compañera. Sharick le había llevado allí algo de comida para que se mantuviera despierto, pero había preferido quedarse fuera, en la otra parte de la habitación, para dejarles más intimidad. Toru estaba en la otra habitación estudiando sus libros de enfermedades.

-         Kana, ¿qué habrías hecho tú? – dijo para sí mismo pero en voz alta.

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