lunes, 22 de diciembre de 2014

Sin editar - Una astilla



En mi pecho hay una astilla,
que impide que salte, que grite y que palpite;
este corazón que ya no vive,
pues no tiene nadie que le haga cosquillas.

Sé que nadie puede verla,
que sólo yo la siento (la llevo dentro)
pero su filo puede dañar desde pulmón al cerebro
y me está dejando muerta.

He luchado por sacarla a toda costa,
he probado mil remedios,
¡hasta me recetaron veneno!
Pero persiste, y queda anclada a esta alma rota.

¡Ya no aguanto el peso que conlleva!
Peso que desgarra mi cuerpo
y que me hace avanzar tan lento...
Si por mí fuera, mandaría hoy todo a la mierda.


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