Y te marchaste a un hogar
de cuya llave no tengo copia.
Y no me diste la dirección,
pues ya dijiste que no importa;
que no puedo mandarte cartas,
tampoco puedo yo ir a verte,
que para hacerlo he de pedir
permiso a la propia muerte.
Y si preguntan de dónde salen
mis ganas locas de volver a verte,
les diré en silencio, con voz cansada,
Y te marchaste a un hogar
de cuya llave no tengo copia,
que no hay horario de visitas,
ni visitas a deshora.
Y aunque haya gente que no lo entienda,
en este mundo me faltan velas,
de esas que hacen moverse el barco
y llegar a casa, junto a tu vera.
Que lo que quiero no es sólo verte,
es esa mirada y rozar tus labios.
Que has dejado en mí un vacío
que no han podido cubrir los años.
Y te marchaste a un hogar
de cuya llave no tengo copia.
Mas cuando llegue y vengas a abrirme,
tan sólo espero no estar tan rota.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: