Aún recuerdo
aquel lunar
en mitad de
tu espalda,
aquel
tatuaje de calcomanía,
en forma de
rama de olivo;
el verde
azulado de tu pinta uñas,
la marca
violácea de tu cicatriz,
el pelo
cortado a mano,
los
"últimos" besos que te regalé
una y otra vez…
Recuerdo
montañas, aceras, asfalto,
mil noches
contigo y después…
demasiado alcohol.
Recuerdo una
marca de agua,
un lapicero
mordido, una canción…
Pero no a ti…
No, a ti no
te recuerdo;
a ti te
dibujo, te escribo y te espero,
te mando
poemas, te describo a versos.
Créeme, así
lo prefiero
porque “recordarte”
implica asumirlo,
asumir que buscaste
y seguiste
tu propio camino.
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Ahora me toca leerte a mí, soy todo... ojos, supongo: